La economía sumergida también se da en el sector de los servicios. Andrés (nombre ficticio de un camarero) relata cómo ha estado muchos años trabajando el doble del tiempo para el que estaba contratado. «Me hacían contrato de media jornada, pero a la semana hacía más de cuarenta horas», explica este hombre, que confiesa que «así estuve varios años, enlazando contratos entre temporada y temporada, y, al final, decidí buscar trabajo en una fábrica, donde ahora estoy bien».
Andrés explica que «había temporadas, cuando había menos trabajo, que tenía que estar todos los días pendiente del teléfono, por si me llamaban, y cuando lo hacían no era para ofrecerme trabajar dado de alta, hacía las jornadas que hicieran falta y no siempre con un contrato». Una situación, explica Andrés, que «aguanté hasta que conseguí dar con algo mejor».
