La realidad a veces supera la ficción. Y, si no, que se lo digan a los agentes de la Policía Local de Elche que acudieron hace unos días, de madrugada, a la llamada de unos vecinos que alertaron de que se estaba produciendo una agresión mutua por parte de una pareja, en el rellano del inmueble de un edificio en Carrús. Cuando llegó la patrulla, encontraron en la entrada del inmueble rastros de sangre, mechones de pelo -la mujer tenía extensiones que perdió a lo largo de la discusión- y un reloj roto, fruto también de las agresiones de la pareja.

Fue entonces cuando los vecinos alertaron de que el hombre y la mujer habían subido a su vivienda, donde había continuado la discusión. Los agentes llamaron a la puerta para entrevistarse con ambos, sin obtener respuesta. Por precaución, y ante el temor de que las agresiones hubieran ido a mayores, avisaron de que, si no se les abría la puerta, llamarían a los bomberos del Parque Comarcal del Baix Vinalopó para que la tiraran abajo. Y así lo hicieron.

Ni siquiera la llegada de los efectivos de emergencias hizo que alguno de los dos implicados facilitara el acceso al domicio y abriera la puerta. Por tanto, y para evitar daños materiales importantes en el inmueble, los bomberos terminaron abriéndola utilizando una simple radiografía- un viejo truco empleado por los cacos, tal y como bromearon desde la Ciudad de la Justicia de Elche- y así consiguieron al fin acceder al inmueble. Tras inspeccionar la casa, los policías encontraron a la pareja en su dormitorio, en la cama, tapados con una manta y tratando de hacerse los dormidos.

Excusa

Así, ambos justificaron que no habían abierto la puerta porque no habían escuchado a los agentes. Una versión que cayó por su propio peso cuando ambos salieron de la cama vestidos de calle, por lo que la patrulla sospechó que se trataba de una mera excusa para tratar de ocultar que ambos se habían agredido minutos antes.

No obstante, lo siguieron negando, pese a que pudieron ver heridas en ambos y pese a que a la mujer le faltaban extensiones de la parte derecha de la cabellera. Por tanto, finalmente, ambos terminaron prestando declaración en la Comisaría de la Policía Nacional.

Los dos implicados pasaron el lunes a disposición judicial. La Fiscalía solicitó para ambos una condena de 33 días de trabajo en beneficio de la comunidad, que terminó reduciéndose hasta los 22 días debido a que los dos aceptaron una pena que, por otra parte, es la habitual en este tipo de agresiones menores.