Imagínese diez planetas como la Tierra, con 7.000 millones de habitantes, todos con una calculadora y haciendo cada uno casi 200 operaciones, todas al unísono. Pues esa es la potencia, para que nos hagamos una idea, que tiene el mayor superordenador del mundo, ubicado en China y que ya ha superado a las máquinas estadounidenses.

El uso de este tipo de supercomputadoras está restringido a cálculos que, en ordenadores normales, precisarían de muchísimos años. Es decir, se puede acceder a estos ingenios siempre que se soliciten para proyectos científicos muy destacados y justificados y, precisamente, en eso está un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

El proyecto de investigación liderado por José Juan López Espín precisa del acceso a supercomputadoras para poder validar modelos matemáticos que, en última instancia, permitirán mejorar la calidad de vida de todos nosotros.

Facilidades para el médico

Más concretamente, si el proyecto de investigación de este equipo llega a buen puerto, los especialistas médicos podrán tener modelos de predicciones sobre la evolución de una determinada patología. Es más, podrán aplicar tratamientos totalmente personalizados para cada paciente en función de unos cuantos datos de éste una vez se introduzcan en el sistema informático, el cual, en pocos segundos, le indicará al galeno cómo mejor proceder.

«Un problema de salud, como por ejemplo el cáncer, es, por decirlo de algún modo, un circuito cerrado: si haces esto te suben las plaquetas, si aplicas lo otro se te altera la hemoglobina... pues lo que tratamos de desarrollar son modelos para que el médico, a partir de las características que presenta el paciente, sepa cómo actuar, qué fármaco utilizar y tratar de acertar en su tratamiento», explica López Espín, investigador principal de este proyecto, que cuenta con una subvención del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.

Reproducción humana

De entrada, se va a trabajar con grupos de investigación, algunos de ellos sumados ya al proyecto y otros como colaboradores, pensando en cuatro aspectos de las ciencias de la salud, vinculados todos ellos a la reproducción humana: el descenso de la calidad seminal y el aumento de problemas de infertilidad y esterilidad; enfermedades ginecológicas; restricción intrauterina del crecimiento; e ingesta diaria o exposición a tóxicos y contaminantes medioambientales y su relación con la infertilidad.

«Adaptaremos modelos basados en técnicas econométricas -las que se utilizan, por ejemplo, para predecir la evolución de cualquier economía- a los problemas de ciencias de la salud», señala el investigador principal, quien indica que esto implica el desarrollo de algoritmos a partir de un conjunto de datos previos de, a su vez, un grupo de variables. Esto, en definitiva, significa una auténtica avalancha de comparaciones y combinaciones de datos, de ahí que se requiera el uso de superordenadores.

Tráfico aéreo en tiempo real

Este proyecto de la UMH lleva por título «Desarrollo y estudio de algoritmos para búsqueda del mejor modelo econométrico en problemas de ciencias de la salud». La gran cantidad de memoria y de ejecución de los cálculos que se requieren obligan a depender de estos ingenios mecánicos puestos a disposición de altas investigaciones para realizar, por ejemplo, desde simulaciones de pronósticos climáticos hasta visionar el orden en tiempo real del tráfico aéreo mundial.

Por si fuera poco, este estudio también toca técnicas de inteligencia artificial, concretamente la rama de algoritmos evolutivos. Los algoritmos genéticos simulan el desarrollo de la vida en nuestro planeta y encuentran el mejor modelo usando la misma estrategia: se crean modelos, los mejores sobreviven y los peores mueren, y los que sobreviven se cruzan entre ellos para crear nuevos modelos descendientes que serán mejores que los padres. Además, de vez en cuando se hacen mutaciones en dichos modelos para explorar otros modelos posibles.

López Espín y el resto de científicos de la UMH aclaran, no obstante, que no se trata de sustituir el criterio de facultativos expertos, sino más bien facilitar su tarea, poniendo a su disposición un software, a la hora de tomar decisiones cuando se enfrentan a un determinado problema, proponiendo así un modelo con el que poder comenzar a trabajar. Este trabajo se encuentra en su segundo de los tres años de duración previstos.