Este muerto está muy vivo fue una comedia estadounidense de baja factura de finales de los ochenta que, como era previsible, pasó con más pena que gloria por la cartelera. Eso sí, su título bien puede servir para definir el trabajo que se está realizando desde el centro experimental Cyborg de la Universidad Miguel Hernández, un proyecto con mucho más fundamento y que, a buen seguro, cosechará grandes resultados para la investigación médica. Que el centro se llame Cyborg no responde a una cuestión aleatoria, ya que en las entrañas de este edificio se trabaja con auténticos cíborgs: cadáveres donados a la ciencia que son capaces de sangrar y respirar, gracias a los avances tecnológicos logrados por este centro puntero.

En Cyborg se ponen en valor todas las innovaciones en medicina que ha ido consiguiendo la Facultad de la UMH, sobre todo en el ámbito de la utilización de cadáveres para el desarrollo del conocimiento. El proyecto distingue entre dos partes especializadas. La primera de ellas va dirigida a la formación, con el objetivo de que los jóvenes médicos sean capaces de practicar con situaciones lo más parecidas posible a lo que después se encontrarán en el quirófano. Ahí radica la importancia de que estos difuntos sean capaces de sangrar o respirar, al igual que lo hacen los pacientes. La segunda de las vertientes va destinada a la investigación y la consecución de avances en cuanto al descubrimiento de nuevas técnicas quirúrgicas que sean más eficaces.

Los métodos que se ensayan en Cyborg, centro que está ubicado en el campus de Sant Joan d'Alacant de la UMH, cuentan con tres niveles: maniquís de plástico, cerdos vivos y los cadáveres, que, gracias a la tecnología, se han convertido en cíborgs. La técnica desarrollada por los investigadores de la Universidad ilicitana permite que los cuerpos inertes no se corrompan y se mantengan blandos. Una vez conseguido este paso, se les añade la sangre, el oxígeno para que respiren y, en algunos casos, bolas de foam. Esta última acción permite el objetivo de que los estudiantes puedan palpar para detectar si el ficticio paciente está desarrollando un tumor en alguna zona de su cuerpo.

La clave de este proceso se encuentra en la capacidad de introducir en los cadáveres el oxígeno y la seudosangre, que es un producto patentado por el catedrático y profesor emérito del Departamento de Histología y Anatomía de la UMH, Francisco Sánchez del Campo, uno de los padres de una ambiciosa iniciativa que permite que el centro experimental cuente con unas herramientas de trabajo que son únicas en Europa, y por las que han mostrado interés diversas potencias industriales del viejo continente.

Un mecanismo de bombas se empalma con las arterias del difunto y permite introducir en el interior del cuerpo una sangre que es capaz de coagular, de tal modo que, cuando los estudiantes operan en él, deja de fluir. Mientras esto sucede, ese organismo sin vida respira para conseguir la mayor dosis posible de realismo. En paralelo a estas acciones, un mecanismo externo, que se dirige desde una tableta, se encarga de aportar la frecuencia y el ritmo cardiaco. Terminada la recreación de la operación, la sangre se extrae de los cuerpos, que recuperan su tono blanquecino, para que no se pudra en el interior de los mismos.

«Las operaciones sobre los cadáveres tienen el mismo carácter que si se realizaran con seres humanos. El proyecto ya ha empezado a rodar y ahora nos estamos dedicando a perfeccionarlo. Todo ello pasa por dotar con la tecnología más avanzada posible a estos cíborgs, que representan un elemento de formación mucho más potente que los maniquís. No se puede encontrar en toda Europa otros cadáveres iguales, que cuenten con una textura tan realista como esta. Lo más parecido que se puede hallar son algunos centros que trabajan con cadáveres de personas que acaban de fallecer», explica el profesor Fernando Borrás, nombrado el pasado mes de enero director de Cyborg.

La infraestructura que dirige, pionera en España, permite impulsar metodologías innovadoras en la formación y el entrenamiento personal, tanto sanitario como no, para redundar en una mejora de la calidad asistencial y de la seguridad del paciente, con un enfoque prioritario hacia la eficiencia. El centro, ubicado en el edificio Severo Ochoa del campus de Sant Joan d'Alacant, completa su formación con la presencia de actores y robots y también cuenta con avanzados métodos de realidad virtual.

Otro de los objetivos que se fijó desde la UMH a la hora de poner en marcha el proyecto Cyborg es el de convertir a la provincia de Alicante en una referencia internacional en el ámbito de las Ciencias de la Salud. Por eso, se busca que tanto los estudiantes como los expertos potencien su formación sanitaria y adquieran competencias profesionales específicas en forma de conocimiento, habilidades, destrezas, actitudes y trabajo en equipo. Del mismo modo, en el centro se trabaja en el desarrollo tanto de la investigación transnacional como en estrategias preventivas sobre la salud electrónica.

Otro pilar de esta propuesta para el mundo de la medicina es que permite que cirujanos de prestigio internacional se sientan atraídos por el centro. La presencia de este talento extranjero también contribuye a la búsqueda de avances en las técnicas quirúrgicas. En Sant Joan cuentan ahora con el aparataje, la maquinaria y los recursos técnicos para, unido a las enormes posibilidades que ofrecen los cíborgs, explorar todo su potencial y enriquecer la capacidad sanitaria de una provincia que aspira a consolidarse como una de las grandes potencias a nivel europeo dentro de este ámbito.

En las instalaciones de Cyborg se mantienen abiertas en la actualidad seis líneas de investigación distintas, siendo la más importante de ellas la relacionada con el entrenamiento quirúrgico experimental. A esta le siguen las otras cinco: la simulación robótica, tanto en robots como en maniquís completos, interactivos y de alta tecnología; la simulación virtual basada en la visión con simuladores informáticos; la simulación escénica con actores y pacientes entrenados; el análisis y debriefing (técnica psicológica dirigida a las víctimas secundarias de un suceso trágico); y el aprendizaje electrónico.

Una propuesta tan revolucionaria como esta no se libra de despertar debates de carácter ético sobre la experimentación con cadáveres. Los dispositivos que reviven los pulmones, los microchips que estimulan partes del cuerpo, la seudosangre que coagula del catedrático Sánchez del Campo y la incorporación de prótesis inteligentes a los cuerpos inertes son cuestiones que se prestan a la polémica, del mismo modo que el proyecto representa un espaldarazo para impulsar la docencia y para asentar las bases de la economía provincial en el terreno de la salud. Tecnología y biología se dan la mano para conseguir unos cadáveres tan vivos a los que sólo les falta recuperar el habla. «Todo se andará, nosotros no nos cerramos ninguna puerta», apostilla Borrás.