Aprovechando que llega el buen tiempo, hay unos pequeños visitantes que se han instalado en el término municipal de la ciudad. Es difícil verlos a simple vista, pero muchos de ellos se perciben en el ambiente con sus particulares cantos para marcar territorio.

Durante estos meses primaverales llegan a los parajes naturales ilicitanos varias especies de aves migratorias, que abandonan el África tropical y surcan los mares hacia el mediterráneo para anidar o servir de lugar de paso. Estos detalles son los que aprendieron ayer una treintena de visitantes que se acercaron al Paraje Natural del Clot de Galvany, en una serie de visitas guiadas para conmemorar el Día Internacional de las Aves Migratorias. Así, a primera hora de la mañana este numeroso grupo de excursionistas se adentraron en las veredas del Clot, con prismáticos y catalejo en mano, para poner atención sobre las especies que están de visita en el paraje hasta mediados de septiembre.

Las que hasta ahora se han avistado son el abejaruco, una especie que no alcanza los 30 centímetros y que destaca por su plumaje colorido, como también el ruiseñor común, criado en los bosques de Europa y Asia, el cuco o el carricero, que se caracteriza por desarrollar todo el proceso de anidación en el carrizo de las charcas. La mayoría de estas aves inician una ruta migratoria de miles de kilómetros que alcanzan en muchas ocasiones el Estrecho de Gibraltar y toman como guía los accidentes geográficos como saladares y lomas del Clot para iniciar la etapa reproductiva o ser lugar de paso. Sin embargo, desde el paraje reconocen que en los últimos años se ha producido una devaluación de las zonas húmedas, que han ido perdiendo el nivel del agua inicial. A pesar de que está controlada la situación y las especies de fauna y flora se han adaptado al sistema de agua regenerada que llega a las distintas charcas artificiales, los efectos se han notado con especies que han abandonado su hábitat.

De la misma forma, señalan que hay anátidas como la cerceta pardilla que han dejado de hacerse visibles, porque no terminan de acostumbrarse al ruido de los propios visitantes, aún restringiéndose el acceso a fauna invasiva mediante vallas de protección o el uso de bicicletas.

Por otro lado, la fauna y flora está sometida a la fuerte presión urbanística sobre el entorno, teniendo en cuenta que se sitúa entre las urbanizaciones de Arenales del Sol y Gran Alacant. «Está desapareciendo la vegetación autóctona y la fauna se tiene que ver afectada, los ruidos influyen para criar y el tráfico que se produce en verano interfiere», señala Mari Carmen Soriano, bióloga alicantina y una de las excursionistas de esta ruta, en la que se recorrieron algunos observatorios del parque natural y se improvisó un camino fuera de los que están homologados donde los monitores enseñaron a corta distancia el comportamiento de las aves en la charca central.

Antonio Moreno, ambientólogo, y otro de los asistentes, afirma que el Clot de Galvany está bien protegido y supone una isla de reposo para las aves a pesar de la problemática urbanística, «que ha ido cerrando los puentes entre los parques naturales donde se mueven las aves». La jornada culminó con una charla en la que presentaron la adaptación al medio que han tenido que hacer las aves para establecerse en el paraje sin dificultades.