El flow inundó el sábado por la tarde las instalaciones de l'Escorxador. En este enclave cultural se ha celebrado la final de la primera edición de las Batallas de Gallos, una de las señas de identidad del rap como fenómeno cultural, al que han asistido cerca de 200 jóvenes para animar a los participantes.

"Venimos a improvisar, con la mente hacemos magia, batallamos con hermanos, hermano rapear es música". Ese era el mensaje que se mandaban los unos a los otros durante esta última fase a la que han llegado 16 participantes de los casi ochenta que se presentaron a los campeonatos clasificatorios que comenzaron en octubre en puntos como la ladera del río Vinalopó y la plaza de Reyes Católicos.

Esta actividad nace de un grupo de raperos, la mayoría adolescentes, que suelen concentrarse a diario en puntos de la ciudad como la ladera del río a practicar este arte, pero sentían que no tenían presencia en espacios culturales donde pudieran desarrollar este canal de expresión. Después de proponerle a la Concejalía de Juventud si podían difundir este movimiento a espacios más visibles, sin tener que esconderse, el área municipal comenzó a trabajar con ellos para que pudieran expandir el mensaje del rap en espacios más accesibles a todos los públicos.

"Queríamos desmitificar las batallas de gallos, sacarlos a la luz y que tuvieran derecho a ganar unos premios como en cualquier otra disciplina", señala Konsuelo Albentosa, que desde el área de Juventud ha estado coordinando estos campeonatos musicales junto a Battle Group, una pandilla de raperos que se ha ido ampliando en el último año y que congrega a decenas de jóvenes apasionados que suelen salir a menudo para practicar.

Frank tiene 21 años y es el ganador de este certamen. Considera que su estilo particular es lo que lo diferencia, "clavando una frase fuerte que sea coherente y con inteligencia, esto no deja de ser un espectáculo que se queda ahí, somos todos hermanos, y sólo hace falta que confíen en nosotros para que nos vean brillar" señala este joven alicantino que lleva desde los 16 haciendo batallas de gallos.

Raúl Clement, uno de los organizadores, siente que han dado un paso porque este arte engloba a muchos jóvenes, que en ocasiones han superado el medio centenar en los parques o debajo de los puentes como el de Altamira, pero "muchas veces los vecinos llaman a la policía porque dicen que hacemos mucho ruido y molestamos, con lo que está experiencia demuestra que no hacemos nada malo, es cultura", señala.

"Aka" es otro joven adolescente que contesta en las batallas, y hace una réplica en la que se deja fluir mediante la contestación "porque el rap no es lo que pintan, es mejor", expresa. "La violencia es verbal pero luego todo se queda ahí, somos colegas, sacamos nuestro otro yo, y tenemos que ser muy imaginativos".

Al final del certamen se entregaron los premios a los cuatro participantes que más demostraron sus dotes encima del escenario.