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Contra los químicos

Un estudio alerta de la falta de protección de los trabajadores en el calzado

Un trabajo de investigación, con datos recogidos a lo largo de 25 años, revela que aún queda mucho por hacer para proteger bien a los empleados

Un estudio alerta de la falta de protección de los trabajadores en el calzado

Una gran mayoría de trabajadores del calzado sigue sin utilizar elementos de protección individual para salvaguardarse de los componentes químicos, ni tampoco cuenta con un sistema de aireación óptimo para eludir los efectos de los disolventes. En concreto, según un reciente estudio de la UMH, que ha analizado las condiciones de trabajo de empleados del sector calzado a lo largo de 25 años, un 66% continúa sin utilizar guantes y un 64% no se pone la mascarilla, mientras que la ventilación en la fábrica es en el 22% de los casos natural (lo que significa que en estos puestos únicamente cabe la posibilidad de abrir las ventanas para disminuir la exposición a los productos químicos), en el 19,4% general y solo en el 53,85% localizada.

Esta última medida preventiva es la que se considera más efectiva como medida de control de riesgos higiénicos por exposición a contaminantes químicos, dado que extrae el contaminante en el foco generador, evitando que éste se disipe en el medio ambiente.

Así se expone al menos en el trabajo «Evolución del riesgo de exposición a disolventes en el sector del calzado de Alicante durante el periodo 1988-2013», que hace escasos meses se ha defendido como tesis por parte de María Dolores López Palomar, un trabajo cuya recogida de datos culminó en 2013, pero que da a conocer situaciones que, según distintos trabajadores del calzado consultados por este diario, todavía hoy en día se siguen replicando, sobre todo en naves y locales clandestinos.

En lo referente a las condiciones higiénicas de los puestos de trabajo evaluadas en todo el intervalo de tiempo estudiado, la investigación señala que, con respecto al uso de Equipos de Protección Individual (EPIs), tan sólo el 23,5% del total de los trabajadores estudiados utiliza guantes para manipular los disolventes, aumentando así la posibilidad de absorción también por vía dérmica, además de la inhalatoria; y que sólo el 22% utiliza mascarilla para proteger las vías respiratorias.

El tipo de ventilación que predomina en los puestos de trabajo es la ventilación natural con un 45%, se asegura en este informe. En estos puestos únicamente cabe la posibilidad de abrir las ventanas para disminuir la exposición a los disolventes.

La ventilación general está presente en un 11,5% de los puestos de trabajo muestreados. El objetivo de este tipo de ventilación es el de diluir la concentración ambiental del contaminante introduciendo en el local aire limpio y extrayendo aire contaminado con el uso de ventiladores.

Por otro lado, tan sólo el 43,5% de los puestos de trabajo dispone de un adecuado sistema de extracción localizada, según siempre se indica en este trabajo. Esta medida preventiva es la que se considera más efectiva como medida de control de riesgos higiénicos por exposición a contaminantes químicos, dado que extrae el contaminante en el foco generador, evitando que éste se disipe en el medio ambiente.

El estudio también revela algunas «condiciones de vida» en el propio puesto de trabajo. Así, por ejemplo, el 65% de los empleados manifestaron ingerir alimentos en el puesto de trabajo, con el consiguiente riesgo de contaminación y absorción del tóxico por vía digestiva, además de la inhalatoria, aunque el 74,2% afirmaba lavarse las manos antes de las comidas. Un 82,9% de los trabajadores declaró cambiarse de ropa para trabajar y un 61,9% se duchaba diariamente al finalizar la jornada laboral. «Todos estos factores son importantes y se deben tener en cuenta, ya que pueden contribuir al aumento de absorción también por vía dérmica», indica la responsable del estudio.

Síntomas

En el apartado de síntomas recogidos en el último periodo del estudio (2004-2013), en el que se pregunta sobre 23 síntomas asociados a neurotoxicidad por exposición a disolventes, se destaca que el 42,8% de las personas encuestadas sufre falta de fuerza en las extremidades algunas veces, a menudo y muy a menudo. En cuanto a la pérdida de sensibilidad en extremidades, la sufren un 32,4%. Un 58,2% de los encuestados revelan un exceso de cansancio por la noche y un 56,6% la falta de ánimo, ambos síntomas en sus diferentes grados de frecuencia.

El síntoma de sensación de tener los nervios de punta lo muestran un 57,3% de los trabajadores, y el de cambios bruscos de humor un 49,7%, mientras que los problemas para conciliar el sueño lo sufren el 43,6% de los trabajadores y la tendencia a olvidar cosas el 46,3%. Además, el 22,5% revela padecer mareos y 35,5% vértigos.

Por último, se afirma que el 37% de los encuestados suele tener mal sabor de boca y el 44% garganta irritada. En cuanto al resto de síntomas, se destaca que el 54,1% expuso ser sensible a las luces, y el 54,4% al ruido. «Aunque se pueden observar algunos porcentajes altos, hay que tener en cuenta que estos síntomas no son específicos de la exposición a disolventes y pueden derivar en un estado de estrés de la persona», aclara la autora de la investigación.

A la hora de aplicar el adhesivo, la mayor parte de los trabajadores encuestados, el 83%, utiliza la brocha como principal herramienta de manipulación, frente a la aplicación mediante máquina o utensilio de seguridad que representan el 17%.

Respecto al tipo de recipiente, se trabaja en la mayoría de los casos (69%) de los puestos de trabajo con recipientes abiertos en los que la superficie está en contacto con la atmósfera y, por consiguiente, la velocidad de evaporación y emisión de contaminantes a la misma resulta considerable. El recipiente cerrado se emplea en el 28,1% de los puestos de trabajo. La utilización de recipientes de seguridad tipo «bebedero de paloma» es minoritario y se usa sólo en un 2,9% de los puestos de trabajo, según el trabajo.

Antigüedad

Entre los datos recogidos en la historia laboral de los trabajadores incluidos en este trabajo, la media de la antigüedad en el puesto de trabajo con exposición a disolventes era de 6,1 años.

Los trabajadores desarrollaban su actividad laboral fundamentalmente de lunes a viernes, con una media de horas de exposición a disolventes de 9,4 horas diarias y 46 horas semanales, valores medios algo más bajos que los obtenidos en un estudio previo del año 2005, donde la media era de 10,4 horas diarias y aproximadamente 48 horas semanales.

«Aunque la realización de controles higiénicos, ambientales y biológicos se ha mostrado eficaz en la mejora de las condiciones de trabajo en la industria del calzado, los puestos de trabajo en las empresas de la provincia de Alicante siguen teniendo hoy en día unas condiciones higiénicas mejorables», según se precisa en este trabajo. En el último periodo de estudio (2004-2013) se observa aún un número elevado de puestos sin aspiración localizada.

«También es importante el alto porcentaje de trabajadores que no usan mascarilla, ni guantes durante la manipulación, por lo que es necesaria y clave la concienciación en los planes formativos de prevención de riesgos laborales. En cambio, observamos una mejora progresiva en algunos hábitos higiénicos seguidos por los trabajadores, como un mayor porcentaje en el hábito del lavado de manos y la ducha diaria», concluye la doctoranda.

El estudio, que abarca de 1988 hasta 2013, se ha dividido en tres periodos y los años que marcan el corte de cada periodo vienen marcados por dos puntos en el tiempo: el año 1995 en que se produce la entrada en vigor de la vigente Ley de Prevención de Riesgos Laborales (la anterior legislación era la ordenanza de 1971); y el año 2003, en el que se produce una consolidación de los valores límite contra los riesgos relacionados con los agentes químicos.

En el proceso de fabricación del calzado se utilizan adhesivos y productos químicos que llevan en su composición un gran contenido de disolventes orgánicos, los cuales constituyen la principal fuente de riesgos tóxicos.

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