El Palmeral de Elche tiene nuevas inquilinas dispuestas a limpiar los huertos históricos de malas hierbas. Las ovejas guirra, en peligro de extinción, han tomado el Patrimonio de la Humanidad para desbrozar la zona de plantas adventicias a través del pastoreo.

Tras una primera toma de contacto, medio centenar de ejemplares ya han iniciado la faena entre las palmeras del Hort dels Pontos, donde vivirán hasta el próximo mes de octubre en un aprisco especialmente habilitado para estos animales, con el fin de que se puedan resguardar por las noches. De este modo, ha comenzado en Elche una prueba piloto y pionera, que se realiza en otros lugares tan emblemáticos como puede ser la mismísima Nueva York, según el concejal de Medio Ambiente, Antonio García.

Ahora, tras esta prueba, la idea del Ayuntamiento es poder trasladar el pastoreo a otros huertos históricos de la ciudad, para limpiarlos de matorrales de una forma natural y reducir así el uso de los tan polémicos herbicidas, especialmente rechazados por los colectivos ecologistas.

Éste es uno de los argumentos que ha utilizado el tripartito para poner en valor la iniciativa, además de «venderla» como un atractivo turístico y una fórmula para recuperar el uso tradicional de los huertos de palmeras y la imagen que tuvieron en el pasado, cuando era habitual tener ovejas.

Además, detrás de este proyecto también hay otro objetivo, y es el de dar de comer a estos ejemplares y contribuir, por lo tanto, a la mejora y rescate de esta raza, cuya supervivencia está amenazada. Y es que, en total, solo hay censados unos 4.000 ejemplares, por lo que se hace necesario un proyecto para contribuir a preservar la oveja guirra. La pedanía ilicitana de Algoda es uno de los lugares donde tiene cobijo esta especie en peligro de extinción, de la mano del productor ovino Francisco Rubio.

Allí, el carrizo y las plantas alófitas que rodean el humedal de El Hondo son parte de su comida, al igual que los dátiles, que también van a convertirse en una fuente de alimento en los huertos de palmeras, cuando caigan al suelo. Según cuentan sus protectores, la llegada de estas ovejas a estos territorios pudo estar relacionada con los intercambios comerciales con el Magreb y sitúan sus raíces en Oriente Próximo. Sin embargo, tal y como ya explicó el pastor en su día, esta especie comenzó a perderse con la Revolución Industrial. Se primaron otras razas más comerciales. Así, los criadores valencianos, y, entre ellos, el productor ilicitano, tienen como objetivo conseguir un morfotipo perfecto para asegurar la continuidad de la raza. Con ello, sus protectores deberán hacer una selección genética de la especie y así fomentar su conservación. A través de la limpieza natural del Patrimonio de la Humanidad ilicitano también se quiere ahora contribuir a esta pretensión. Para ello, el Ayuntamiento ha destinado 16.500 euros para un proyecto, que, en principio, durará cinco meses.