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Juan Mayorga: «Hay que combatir la dictadura del presente sin resignarse al olvido»

Con el lleno prácticamente asegurado, Mayorga comparte sus reflexiones antes de que se suba hoy el telón del Gran Teatro de Elche

Mayorga: «Hay que combatir la dictadura del presente sin resignarse al olvido»

Si tuviera que destacar una cualidad de la obra El cartógrafo

Lo más importante de este hecho teatral es el encuentro en el escenario de dos actores como Blanca Portillo y José Luis García-Pérez. Ofrecen una de las ofertas más ricas que en la actualidad se pueden ver en el teatro español. Son tan buenos que al público a veces se le olvida. Se vuelven transparentes para dar vida a sus personajes. Afrontan una empresa desafiante porque ella interpreta tres personajes, uno en cuatro etapas de su vida, y él, nueve. Todo esto sin apenas apoyo de vestuario.

¿Cómo se consigue eso?

Construyendo los personajes a través de la elocuencia de los cuerpos, algo extraordinario. La obra narra dos historias fundamentales, en las que, en cada una de ellas, se demuestra que hay que combatir contra la dictadura del presente sin resignarse al olvido ni a que sea consignado por la muerte. Uno de los protagonistas es un cartógrafo, que junto a su nieta realiza un mapa de un mundo que está en peligro desde el gueto de Varsovia.

¿Cuál es el objetivo de los protagonistas de la historia?

No tienen un objetivo científico, hacen un mapa de vida. Quieren custodiar unas señales que probablemente van a ser interrumpidas. La narración se desarrolla durante el periodo de la ocupación alemana y se entremezcla con la historia de una mujer española que vive en Varsovia y se toma en serio este hecho. En un tenaz combate contra el olvido, intenta encontrar el mapa. La obra trata un asunto grave, pero la constancia de los personajes arroja luz.

La escenografía destaca por la presencia de dos colores como el rojo y el negro, ¿por qué se ha decantado por ellos?

Fue una decisión pragmática que acabó convirtiéndose en poética. Sólo dos actores están interpretando un texto que fue concebido para doce. No es una experiencia como la de la obra Reikiavik, por ejemplo, en la que la propia escritura llevaba a que una multitud de personajes fueran interpretados por tres personas. Concebí El cartógrafo pensando en que fuera interpretada por doce actores. Hubiera sido muy torpe y paralizante que los actores se cambiaran constantemente de vestuario.

La historia que cuenta en El cartógrafo

Me temo que sí. La sensación de la gente que vivía en los guetos de Varsovia es la misma que muchos tenemos en el presente: vivimos en un mundo que es indiferente al dolor, en el que sabemos lo que sucede y no ayudamos. Eso tiene una lectura contemporánea. También puede sucederle al espectador que, al ver a los personajes dibujar el mapa de su vida, quieran hacerlo ellos. Es una tarea difícil porque no sabemos qué lugares elegir, qué personas, qué músicas?

¿Cuáles son sus nuevos proyectos a medio plazo?

Voy a poner próximamente en escena dos textos que proceden de mis experiencias personales: Intensamente azul y El mago. La primera obra se estrenará a principios de junio y, la segunda, en noviembre. Por lo demás, tengo la suerte de que se sigan interpretando obras mías en distintos lugares, como Reikiavik en Buenos Aires, Famélica en Madrid, Hamelin y Teatro para minutos en Italia, Animales nocturnos en Chicago, El chico de la última fila en Francia o La paz perpetua en Turquía, tras haber pasado por Brasil, Colombia y México.

La proyección internacional de su obra demuestra que las buenas historias tienen respuesta en todos los lugares...

Quiero creer que sí. Yo no sé si escribo buenas historias. Lo cierto es que, desde los griegos, el tema fundamental del teatro es la fragilidad del ser humano y su aspiración a la belleza y la dignidad. Mis textos hablan sobre eso, y quizá por este motivo reciba la atención de algunas gentes. Una obra como Animales nocturnos, que habla sobre cómo hombres con papeles fuerzan a hombres sin ellos se ha representado en lugares muy distintos. Puede ser que influya el sometimiento que hacen las personas con documentos sobre las que no tienen.

¿Qué momento vive el teatro?

Vive un momento interesante, no noto síntomas de desfallecimiento ni cansancio, como sucede en otras artes. Tiene una extraordinaria vitalidad, es capaz de hacerse cargo de lo que ocurre y reaccionar. En el espacio español conviven muchos lugares y formas de hacer teatro. No debemos ser vanidosos porque antes ya estuvieron Lope de Vega, Calderón o Valle-Inclán.

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