Podría haber pasado sus vacaciones descansando en una playa paradisiaca. También podría haber optado por perderse por alguna de las capitales europeas, cámara en mano, para inmortalizar sus plazas y monumentos. Pero la vena solidaria pudo más y el arquitecto del Ayuntamiento David López Agulló decidió pasar su tiempo de asueto en una pequeña localidad ecuatoriana, situada a 2.600 metros de altura, en la que al cabo del día cuentan los lugareños que se atraviesa por las cuatro estaciones del año.
Biblián es el nombre de este pequeño y montañoso municipio, situado a una media hora de la ciudad ecuatoriana de Cuenca, la tercera más grande del país sudamericano. De la mano de la ONG Fons Valencià per la Solidaritat, el arquitecto cruzó el charco para cooperar con el proyecto de rehabilitación del mercado municipal de Biblián. Como la Administración local no contaba con grandes recursos económicos para construir un nuevo mercado, sus dirigentes optaron por la adecuación y remodelación del que ya tenían, y ahí es donde entró en escena el trabajo que ha hecho el ilicitano que protagoniza esta solidaria historia.
Arquitecto del Ayuntamiento de Elche, López Agulló ha participado activamente en el proyecto del edificio de la localidad ecuatoriana, haciéndolo desde el punto de vista de la conservación del patrimonio cultural, ambiental y social. Para ello, ha trabajado junto a un arquitecto y un ingeniero local en la elaboración del estudio de regeneración del mercado municipal, una labor que pasaba por el análisis completo de las infraestructuras que presentaba el mercado.
«Se trata de un edificio que tiene mucho peso dentro de la vida social y cultural de Biblián, no es un mero lugar al que los ciudadanos acudían a realizar sus compras. Sobre todo los fines de semana, la afluencia es muy grande, con muchos servicios también de hostelería», explica el propio López Agulló sobre el edificio que se encontró antes de empezar su trabajo. Conocer el terreno y las costumbres de la población local era una de sus premisas, para evitar imponer las pautas de actuación europeas. Por este motivo, visitó previamente media docena de mercados de localidades cercanas y pudo comprender de primera mano cómo era la forma de actuar y las rutinas. Una vez que estudió estas referencias, también pudo comprobar que el mercado de Biblián, de dos plantas, no estaba bien organizado en su interior, con muchos puntos de venta inconexos en su estructura.
El chequeo previo que hizo el equipo en el que trabajó López Agulló durante más de un mes detectó otros problemas de base en el funcionamiento de este mercado, como fueron el mal funcionamiento de las zonas de entrada y salida o la ausencia de lugares específicos para la retirada de residuos. Una vez que se tomó nota de las mejoras funcionales que eran necesarias, se pasó a una segunda fase, destinada a conseguir una remodelación estética de la fachada, con el objetivo de homogeneizarla y dotarla de un aspecto más agradable. No fue una tarea sencilla, al estar el edificio situado en una pendiente, y se optó por crear una especie de doble piel inspirada en la artesanía local.
«Queríamos buscar una fachada que reflejara el día a día cultural de Biblián. Para ello, apostamos por la forma en la que van tejiendo los sombreros típicos con los que la población local se protege del sol», explica López Agulló. Su proyecto también se ha basado en otra idea capital. El mercado está situado en la misma carretera Panamericana, una de las principales vías del continente, ya que conecta su sur con su norte. «Hemos querido orientar el mercado hacia ella, para que sea un punto de reclamo para todos los conductores que pasan cada día. El objetivo es que sea otro punto turístico, junto al santuario de Nuestra Señora del Rocío», añade el arquitecto.
La labor solidaria de López Agulló en territorio ecuatoriano ya ha finalizado y ahora, una vez que su cumpla con los trámites administrativos y burocráticos, se podrá dar comienzo a la obra de remodelación del mercado de Biblián, con claro sello ilicitano.
