Hace unos días, Carmen, una amiga, publicaba en sus redes sociales que muchas de sus compañeras de trabajo no harían huelga. Para ellas, que comparten plenamente las reivindicaciones y están de acuerdo con su carácter de urgentes y necesarias, la decisión es simple. Simple y cruel. El descuento de la nómina por el día no trabajado implica, en muchos casos que mujeres como las compañeras de Carmen no puedan llegar a fin de mes. Que tengan que decidir entre manifestarse o comer.

Este hecho es aún más sangrante cuando observamos las cifras. Las mujeres tenemos que trabajar cada día 2 horas, 1 minuto y 36 segundos más que nuestros compañeros hombres para cobrar igual que ellos. Según el último informe de CCOO, La brecha salarial, factor de quiebra democrática, se calcula que la diferencia entre lo que cobran hombres y mujeres se encuentra un 30%, bastante mayor que el dato del 23%, el manejado habitualmente. El informe de CCOO revela que esta diferencia radica en que buena parte de la brecha se encuentra no en el salario base, sino en los complementos salariales. Pero hay mucho más a tener en cuenta: el techo de cristal, que impide a las mujeres alcanzar puestos de peso y al mismo tiempo sigue manteniendo a los hombres en los cargos y sectores mejor remunerados mientras que tres de cada cuatro contratos a media jornada son de ellas. También lo son la inmensa mayoría de las excedencias, las reducciones de jornada y los permisos. Y por supuesto, el trabajo de cuidados en casa, al que las mujeres dedican el doble de tiempo -esa doble jornada-.

El tema de los cuidados, sin duda, debe ser central. No en vano las familias monoparentales -o monomarentales, como veremos- son las que más crecen en el estado español y ya suponen un 11% del total. De estos hogares, la mitad se encuentra en riesgo de pobreza, y el 81% está encabezado por una mujer. Mujeres con trabajos precarios sobre las que recaen los tiempos de cuidado. ¿Cómo no entender la situación de las compañeras de Carmen?

Es por eso que esta huelga feminista se plantea como un modelo alternativo a otras convocatorias que se han centrado en lo laboral. Así, el movimiento feminista estatal afirma que, con esta acción, "queremos llegar más lejos y hacer una huelga más amplia, una huelga que va más allá de lo que se identifica como huelga laboral. Porque las mujeres participamos en todos los espacios de la vida, y la huelga tiene que alcanzar no sólo el trabajo asalariado, también pararemos nuestro consumo, el trabajo doméstico y los cuidados, y nuestros estudios, para demostrar que si nosotras paramos se para todo, ni se produce ni se reproduce. A eso llamamos Huelga feminista". Y en ese contexto, se plantean acciones también para todas esas mujeres que no pueden hacer la huelga, para visibilizarlas a ellas y a su situación. Porque, probablemente, sean quienes se encuentren en una situación de mayor vulnerabilidad y quienes más necesiten de las reivindicaciones.

Frente a esto, la popular Mercedes Alonso, en la línea de su partido, declaraba hace unos días que la huelga enfrenta a hombres y mujeres y que el mejor modo de conseguir la igualdad era trabajando todos -y todas-. Del supuesto enfrentamiento entre hombres y mujeres que supone la huelga, poco hay que decir. Aceptar este argumento es repetir los discursos machistas que obvian que lo que se busca es denunciar la discriminación y trabajar por la igualdad. Como afirmaba Mónica Oltra el pasado fin de semana en El Objetivo, yo tampoco entiendo cómo no se puede estar de acuerdo con la huelga feminista en un contexto en el que las mujeres, que somos la mitad de la sociedad, seguimos sin ser tratadas como iguales. Y como bien apuntaba ella, nuestras representantes públicas deberían tener la obligación de contribuir a visibilizar esta situación. Sobre todo, por todas aquellas que no puedan estar.

Por las compañeras de Carmen, por las cuidadoras, por las mujeres migrantes, por las autónomas? Por todas esas mujeres precarias para las que la feminización de la pobreza es una realidad, mucho más que un término teórico. Para que no tengan que volver a decidir si llegar a fin de mes o manifestarse. Por todas. Nosotras estamos de huelga. Porque si las mujeres paramos, el mundo se para.