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Luis García Montero: «La poesía es el mejor modo de resistencia contra la absoluta mercantilización de este mundo»

Reconocido como uno de los grandes poetas españoles actuales ha pasado por Elche para inaugurar el ciclo literario La dignidad de la palabra

García Montero: «La poesía es la mejor resistencia contra la mercantilización»

Esta semana ha pasado por Elche para inaugurar el ciclo La dignidad de la palabra

Me interesa explicar el significado de la poesía, lo que simboliza en la sociedad y en la época que vivimos, un tiempo que ha sido caracterizado como la era de la posverdad. Los que escribimos y leemos poesía nos dedicamos a algo que nos gusta, no necesitamos otra justificación. Pero la poesía permite hablar de cosas importantes como el concepto de verdad, el valor del lenguaje, el sentido del tiempo. Encuentro en la poesía el mejor modo de resistencia contra la mercantilización absoluta del mundo.

¿Dónde obtiene ahora la inspiración para escribir?

En la vida, en las cosas que ocurren en la calle y en la intimidad de la gente. La tecnología y la técnica son importantes; considero propio de cretinos meterse con la ciencia y la técnica. Pero los seres humanos debemos tomarnos en serio el ser dueños de nuestra conciencia. Por eso las humanidades forman parte del saber democrático. Y necesitamos, además, entendernos con nosotros mismos, con asuntos propios como la muerte y el amor, como la pérdida y el deseo.

¿Cómo valora la salud de la poesía que se está haciendo en España durante esta segunda década del siglo XXI?

La poesía española goza de buena salud si la comparamos con lo que ocurre en otros países. Hay buenos poetas y editoriales y contamos con lectores. La poesía no cuenta con un público masivo, cuenta con lectores, y eso es suficiente. Creo que hemos sabido huir del aire encerrado de una poesía escrita sólo para poetas y por eso forma parte de la educación sentimental de muchas personas. Sin caer en ninguna rebaja y sin perder el rigor, los buenos poetas han conseguido hablar de la vida de la gente.

Una de sus principales etiquetas como autor es la de ser uno de los grandes referentes poéticos en España, ¿de qué manera se convive con ello?

Cuando algún poeta joven dice que mis libros le sirvieron para formarse, yo lo agradezco, porque me acuerdo de mí, como lector, formándome con un libro de Lorca o de Ángel González o de Francisco Brines en las manos. La mejor manera de no caer en la vanidad y de no perder la conciencia crítica es sentirse sobre todo lector, cuidar la capacidad de admiración.

Entre los referentes de su generación y los actuales poetas españoles, ¿ha cambiado la manera de escribir o se mantiene la misma esencia?

La poesía siempre se ha mantenido cerca de la vida, de la piel de su tiempo, para partir de una realidad y buscar después una meditación profunda sobre que significa el ser humano. ¿Qué decimos cuando decimos soy hombre, soy mujer, soy yo o te quiero? Lo que dice mi hija cuando afirma que es mujer no es lo mismo que lo que decía mi abuela hace un siglo. La vida cambia y la poesía cambia, pero cambia con su tiempo para contestar a las preguntas importantes de siempre.

Su obra tiene relación con la música y son conocidas sus amistades con muchos cantantes y compositores, ¿cuál es el origen de su pasión musical?

Es que en mi educación sentimental los cantautores han tenido un papel importante. Escuché poesía en la voz de Paco Ibáñez, Serrat, Víctor Manuel, Joaquín Sabina. Y también en la voz flamenca de Enrique Morente. Por otra parte, mi bisabuelo y mi abuelo eran profesores de música, músicos ellos mismos. Por eso la poesía se relacionó desde un principio con la música. Oigo un poco de todo, música clásica, cantautores, cante jondo, tangos, boleros, rancheras. Y también rock, que lo metió en mi vida mi paisano Miguel Ríos.

Alguna vez ha dicho que aspira a no defraudar al adolescente que fue, ¿lo ha logrado?

La memoria forma parte del presente porque es una negociación continua entre los recuerdos y las verdades del día a día. A través de la memoria se escenifica un intento de coherencia, el dibujo de una identidad. Creo importante que las identidades sean flexibles. Quien dice que piensa igual que hace 30 años está admitiendo que no le han servido de nada 30 años de vida. Y quien vive como un malabarista de los sentimientos y las ideas, es difícil que sepa lo que significa una vocación, lo que supone realizarse como persona. Por eso es importante no defraudar al adolescente que fuimos, aunque no siempre se le puede dar la razón.

Las redes sociales, que ahora lo invaden todo, ¿son positivas para la literatura?

Son una herramienta y pueden ser utilizadas con bondad o con maldad. Me gusta encontrarme con poemas en las redes sociales en vez de con insultos, calumnias y ocurrencias de gente que no piensa lo que dice. Y me gusta que los poetas no pierdan la conciencia crítica. El hecho de que haya cinco mil me gusta en un poema no significa que un poema sea bueno.

Entonces, ¿son compatibles las redes sociales con la poesía?

Las redes forman parte de la vida de hoy y la vida siempre ha marcado la poesía. Habrá que meditar el tipo de subjetividad que configuran con sus cercanías y sus lejanías. A mí, por ejemplo, me interesa que la poesía evite la sustitución de la experiencia humana, la historia de carne y hueso, por los mundos virtuales.

La creación artística, ¿implica un compromiso social?

Todo ser humano es social, se educa en sociedad y piensa en los valores de la vida según la época en la que le toca vivir. Somos seres históricos y no sólo cuando hablamos de política, sino cuando sentimos el amor, la muerte, la religión, las patrias, la familia. La poesía es histórica porque es una práctica social, porque habla de valores sociales. Como cualquier ciudadano, el poeta está vinculado con su sociedad. Los buenos poetas han hecho poesía política. Los malos poetas hacen mala poesía con cualquier tema.

La actualidad política española ha estado muy agitada durante los últimos meses, ¿de qué manera la ha vivido usted?

Con preocupación. El descrédito de la política se debe a la corrupción escandalosa y a su ineficacia a la hora de solucionar los problemas de la gente. Pero si renunciamos a la política, perdemos la posibilidad de ordenar la convivencia y caemos en manos de la ley del más fuerte.

¿Llegaremos a ese extremo?

Eso está ocurriendo poco a poco. El descrédito de la política ha favorecido que los Estados caigan en manos de unas élites económicas muy avariciosas. Hay cosas legales más peligrosas que el dinero negro de la corrupción. La sociedad necesita hacer un gesto de orgullo para devolverle la democracia a las mayorías y acabar con la corrupción de carácter estructural.

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