Vecinos de la avenida Vicente Blasco Ibáñez han reclamado medidas al Ayuntamiento de Elche para disminuir la contaminación atmosférica y acústica generada por el tráfico urbano en esa calle. Varios residentes de esta arteria urbana aseguran que los niveles de ruido y de dióxido de carbono que soportan cada día son elevados, y que generan molestias para el día a día en sus viviendas.

La queja de uno de estos ilicitanos llegó en noviembre de 2016 hasta el Síndic de Greuges, y está aún pendiente de resolución y de conocer de qué forma actuará el Ayuntamiento ilicitano, si procede, para aplacar esas molestias. Está a la espera de que realicen una sonometría desde su hogar para comprobar cuánto ruido soporta y que, en el caso de que se rebasen lo 40 decibelios de día o los 30 de noche, se actúe para revertir esa situación.

En concreto, este residente presentó su queja en 2016 ante la Sindicatura aduciendo que «los vecinos han estado inhalando durante años una cantidad de gases elevada y han soportado ruidos y tráfico en desmesura, con el consiguiente riesgo para la salud». Además, añadía que el entorno de la avenida Vicente Blasco Ibáñez ha sido «la zona más peligrosa de Elche durante muchos años».

El Síndic de Greuges, a finales del año pasado, recomendó al Ayuntamiento de Elche que se efectuara una medición sonométrica desde el interior de la vivienda del vecino que así lo reclamaba y que, en función del resultado, se adoptaran las medidas que fueran necesarias para reducir al máximo posible la contaminación acústica y ambiental que está «injustamente», según apuntó el Síndic de Greuges, soportando este ilicitano y su familia. En estos casos, la Ley de Protección contra la Contaminación Acústica dispone que, cuando la presencia de vehículos supere en más de 10 decibelios los límites fijados, se debe actuar para contrarrestar ese perjuicio. «Se nos hace difícil el descanso y nos tenemos que habituar cada día a convivir con un ruido incesante de coches, que solo se apacigua cuando ya es de noche y tarde», asegura un vecino del mismo inmueble en el que reside el promotor de la queja. En este sentido, afirman que también se dan cuenta de la gran cantidad de gases soportados porque, sobre todo en verano, con las ventanas abiertas, aparece mucho polvo negro que se deposita en el suelo, fruto de los humos de los vehículos a su paso por la avenida Vicente Blasco Ibáñez.

El Ayuntamiento de Elche respondió a esta queja, cerca de un año después de que llegara al Síndic de Greuges, pidiendo disculpas y admitiendo un «enorme retraso» en la gestión de la solicitud. Así, desde la Concejalía de Sanidad, explicaron que en estos momentos se está gestionando el nuevo plan de movilidad urbana sostenible y adujeron que, cuando esté disponible ese plan, permitirá mejorar la calidad del aire, incluyendo aspectos relacionados con la contaminación sonora, para cuyo control específico está prevista la instalación de sensores en diversos puntos de la ciudad para evitar estos casos.

Desde la Sindicatura recomendaron al Ayuntamiento de Elche que, en el plazo máximo de un mes -desde noviembre de 2017-, informara de si aceptaba la recomendación o que argumentara su motivo para rechazarla. Los vecinos de Blasco Ibáñez, mientras, esperan a que se apliquen las medidas para solucionar sus reclamaciones, bien a través del plan de movilidad urbana en ciernes o bien a través de alguna medida concreta.

Según un informe de la Concejalía de Tráfico de 2016, el entorno del puente de Altamira, que justo coincide con el comienzo de la avenida Blasco Ibáñez, es una de las vías en Elche que más intensidad de tráfico registra, sobre todo en las horas punta, hacia las 9, las 13 y las 19 horas. Esta zona llega a alcanzar de media, cada día, el paso de 15.839 vehículos, según ese estudio.