«Había más efervescencia cultural, unas ganas de libertad y rompimos la barrera del público, con algo menos pretencioso, como si estuviéramos entre amigos». El escritor ilicitano Carlos Javier Cebrián recuerda la importancia que tuvieron algunos bares como canal de difusión al inicio de su carrera literaria, a unos días de presentar en el Gran Teatro un ciclo de literatura.

Al igual que este escritor de la asociación Frutos del Tiempo, una cantera de músicos, escritores, poetas y artistas arrancaron su obra en establecimientos privados que daban rienda suelta a la cultura. Aunque cuesta que se expandan estas iniciativas, con algunos que echaron el cierre, la ciudad dispone de cerca de diez locales que se salen de lo convencional. Manuel García montó hace unos meses la primera librería-café. El nombre que le pusieron al local venia de una obra de García Lorca «que resume la idea del teatro para el pueblo», explica este joven que pretende que la filosofía de El Público sea algo más que un punto de venta de libros que ofrece café, «más bien es un escaparate para crear», admite, ya que en este tiempo han expuesto obras de arte, presentaciones de libros y piensan representar muestras de microteatro.

Desde los entes culturales municipales entienden la importancia de los comercios como foco de cultura, «son espacios más reducidos,y los artistas que se inician pueden pulir el espectáculo, sirven de trampolín para llegar a espacios como el Gran Teatro o La Llotja» explica José Luis Mas, coordinador de l'Escorxador. Sin embargo, lamentan que se han dado casos en los que los artistas se frenan a la hora de exponer su trabajo, y «eso se logra limpiando la idea de la mendicidad cultural y dignificando la labor que hacen», asiente el coordinador de esta sala municipal.

En este sentido, el cantautor ilicitano Iván Finely siente una escasez de negocios que «se nutran de la cultura y que no solo la utilicen para sacar rédito» explica. Así, para dinamizar estos espacios el músico ha diseñado «Desnudarte», un proyecto que busca introducir a los clientes de los bares en el proceso de composición de la letra.«Es un reto porque no suelo componer en sitios así y tengo un tiempo limitado para inspirarme», cuenta Rubén Cecilia, cantante que arranca este ciclo desde El Refugio del Poeta, una cafetería que apuesta por la canción de autor, la poesía y artes plásticas con actuaciones semanales de artistas locales y de toda la geografía.

Sin embargo, los comerciantes añaden que todavía no ha calado del todo esa cultura de bar, «estamos en la retaguardia y cuantos más locales del estilo más rotación de clientes habría y se duplicaría la asistencia» asiente Paco Esteban, del restaurante La Biblioteca, que ha prescindido de algunos espectáculos como el monólogo por falta de rentabilidad. Asimismo, aquellos que llevan una carrera artística reconocen que en Elche predomina la cultura del trabajo al tratarse de una ciudad industrial y «da la sensación de que hay más gente creando que espectadores que van a verte», asiente el actor y escritor Matías González en relación a las actuaciones en espacios privados y públicos.

En cambio, hay voces que consideran que hay predisposición y «más oferta de la que esperaba» añade Helena Vilella, que visibilizó su carrera literaria en 2015 al publicar su primera obra después de toda una vida almacenando poemas que comenzó a escribir en la infancia. «Hay que hacer que la poesía se expanda», explica, de ahí que en los últimos tiempos no pare de organizar recitales y «jam sessions» poéticas en establecimientos de la ciudad.