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Despedir las heridas con arte

Los tatuadores experimentan un aumento del número de usuarios que optan por tintarse partes del cuerpo para ocultar estrías y cicatrices

Una de las usuarias haciéndose un tatuaje en el antebrazo donde antes tenía una cicatriz . matías segarra

Recuperar la seguridad en uno mismo y enterrar las heridas del pasado. En los últimos años el gremio de tatuadores ha ido especializándose en técnicas que van más allá de enmarcar obras de arte bajo encargo en la piel, si no que son una opción para ayudar a romper con complejos y también para asistir en el momento de cerrar etapas después de una enfermedad.

Según estimaciones de los tatuadores de la ciudad, dos de cada diez clientes que acuden a estos centros lo hacen para disimular atrofias cutáneas como las estrías, manchas poco profundas de la piel, quemaduras o cicatrices. El 90% de los casos suele darse en mujeres que se sienten molestas con alguna parte del cuerpo y utilizan este procedimiento como alternativa a la cirugía u otros tratamientos de estética.

Esta disciplina del tatuaje reparador con fines estéticos, nombre que se viene acuñando en los últimos tiempos, requiere de más precisión que en casos convencionales, y los expertos tienen que valorar antes la sensibilidad de la piel en esas zonas y los límites del tatuaje, como podrían ser cicatrices queloides con relieve donde la aguja no puede incidir y suele utilizarse un sombreado suave alrededor, todo seguido de las recomendaciones de los dermatólogos. «Tampoco tatuamos por la línea del tejido de la cicatriz porque es más sensible y el dibujo se deformaría, y tenemos que evitar que se termine destacando el complejo del cliente» cuenta Iván Ocaña, de Monster Tattoo.

Martina, que prefiere reservar su nombre real, se tatuó hace un año en la zona del vientre una enredadera de flores, que para ella simbolizaban la libertad de enseñar su cuerpo en público sin complejo. Con este dibujo artístico en la piel acababa con un período de insatisfacción, provocado por las secuelas que le dejó la cesárea tras el embarazo. En este caso rechazó someterse a tratamientos de estética para reducir esta condición cutánea porque consideraba innecesario pasar por el quirófano.

Sin embargo, desde el campo de la medicina estética aclaran que para reducir las estrías se suelen emplear «tratamientos no quirúrgicos y mínimamente invasivos como la carboxiterapia». Sin embargo, para reducir el volumen de marcas en la mayoría de situaciones es necesaria la intervención quirúrgica «en base a los resultados, tanto las estrías como en cicatrices son roturas de la piel y aunque pueden llegar a ser imperceptibles, nunca se eliminan al completo», señala Sandra García, directora general de la clínica Dasha de medicina estética.

Una de las causas de que hayan proliferado estas técnicas de tatuaje es «porque ya no se demoniza el tatuaje y se logra un nivel artístico que llega a ser fino y delicado y que además suele llevar una historia detrás», explica Fidel Prieto, uno de los responsables de la Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales (Untap), que reconoce que en los últimos años se están desarrollando más congresos acerca del tatuaje en areolas tras la extirpación de los senos, aunque «apenas hay cursos y conferencias dedicados a algo tan específico como tatuajes sobre estrías o cicatrices» señala el tatuador.

Después de la enfermedad

Conchi Botella se tatuó la música en el pecho. En 2012 a esta ilicitana le diagnosticaron cáncer de mama. Después de más de un año bajo tratamiento y sometiéndose a intervenciones quirúrgicas como la mastectomía, finalmente accedió a reconstruirse los pechos con prótesis por recomendación médica para evitar dolores y tiranteces en la piel, «a pesar de que al inicio fui reacia a volver a operarme», explica. Sin embargo desechó la posibilidad de reconstruirse los pezones, porque «la enfermedad se llevó una parte de mi cuerpo y no quería imitar lo que antes tuve, la vida me dio un cáncer y yo le di una obra de arte tatuándome una partitura en los pechos, aunque suene transgresor y mucha gente no lo entendiera» admite Conchi, que desde hace dos años lleva parte de «La sirena varada» en la piel, una de sus canciones preferidas del grupo de rock «Héroes del silencio».

Un contexto diferente es el de su hermana, Elena, que también atravesó recientemente por un cáncer de mama. En su caso sí que accedió a la reconstrucción de senos y pezones.

Hasta la fecha la práctica más extendida para dar color a la areola es la micropigmentación, una técnica que está incorporada en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud y que según estimaciones de la Sociedad Española de Cirugía Plástica reparadora y estética (Secpre) sólo recurren entre el 30 y 40% de las mujeres que deciden reconstruirse el pecho.

Sin embargo, Elena optó por la técnica del tatuado permanente porque «necesitaba terminar definitivamente con una etapa de su vida y eso la micropigmentación no me lo posibilitaba», explica Elena Botella, en referencia a esta técnica que tatúa de manera menos profunda la piel «con el inconveniente de que el dibujo se va aclarando al cabo de uno o dos años y tenemos que someternos a sesiones para volver a colorear la zona», explica. Para cubrir esa demanda, los tatuadores han ampliado conocimientos para tratar la areola. «Es toda una responsabilidad, tienes que ser minucioso y al final haces un trabajo social porque ayudas a que recuperen la autoestima» asegura Salvador Sarabia, tatuador de Nahama Tattoo.

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