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Miguel Ríos: «Estoy bien de voz pero ya no puedo meterme el tute de las giras como antes»

La UMH vuelve a acercarse a la cultura popular para investir como Doctor Honoris Causa al granadino

El cantante granadino será investido hoy Doctor Honoris Causa por la Universidad ilicitana. MATÍAS SEGARRA

La Universidad Miguel Hernández le inviste hoy como Honoris Causa. ¿Cómo recibe este reconocimiento académico?

Es una alegría bastante grande, ya es mi segundo doctorado. El primero fue en casa, en la Universidad de Granada. En aquel momento, pensé que lo hacían por ser paisanos y por el cariño que me tienen. Que ahora una Universidad como la UMH, con la que no tengo relación y que la única referencia directa que tengo de ella es la de su Escuela de Rock, me haga este reconocimiento es algo que me halaga.

Ahora ya se puede decir que usted es un doctor del rock...

Ya hubo doctores antes que yo. Este reconocimiento tiene más que ver con el género que conmigo mismo. Uno de mis méritos más evaluables es el de la resistencia, haber estado tanto tiempo. Ahora termino el ciclo y tengo la satisfacción de saber que la música que escogí de chaval, la cultura a la que me entregué sin saber mucho de ella, me ha acompañado toda la vida.

Cuando la Universidad de Granada le concedió el Honoris Causa, lo rechazó en un primer momento, ¿a qué se debió aquella negativa suya?

Lo que pasó hace 10 ó 15 años fue que me hicieron una propuesta apresurada y no las tenía todas conmigo. No sabía si me merecía aquel reconocimiento o no. La propuesta venía de una facultad con la que no tenía mucho trato. Después me llegó una segunda oferta de la Cátedra de Historia de la Música y me pareció más oportuno aceptarla.

¿Qué ha enseñado usted a los demás durante tantos años encima de los escenarios?

Eso es algo que tienen que valorar mejor los demás. La mía ha sido una aportación más a un género que cambió la música desde mitad del siglo pasado. Casi todos los críticos serios aseguran que ahora ya no se puede diferenciar entre la música clásica y la popular. Este es el resultado de nuestro trabajo después de 50 años. Hemos contribuido al desarrollo del ser humano y de las relaciones personales.

¿Cuál es su opinión sobre la Escuela de Rock de la UMH?

Que la UMH tenga una Escuela de Rock ha sido el factor clave para que decidiera aceptar el doctorado. Esta relación y su aplicación en los cursos hace que colabore con ellos en todo lo que me piden. El rock tiene historia suficiente para ser materia, sobre todo a nivel sociológico, y tiene el derecho a ser estudiado. Las bandas jóvenes tocan mucho mejor que nosotros, con soltura.

¿El rock es algo que se pueda aprender en una Universidad?

Sigo aprendiendo sobre esta música todos los días. Cuando empecé mi carrera, el aprendizaje era de forma mimética. Cantaba rock y no sabía qué estaba diciendo. Elvis Presley me parecía más transgresor cuando no lo entendía. En el momento en el que empezamos en esto, no sabía que sería algo tan gigantesco. Pensábamos que se trataba de una moda que cambiaría. Y, volviendo al aprendizaje, creo que es más positivo para los chavales que les visite alguien que les pueda dar una clase de voz que las lecciones más académicas.

En 2010 se despidió de los escenarios con la gira Bye Bye Ríos, ¿a qué se dedica ahora?

Después he participado en algún proyecto, como la gira con la que conmemoramos los 20 años de El gusto es nuestro, con Ana Belén, Víctor Manuel y Joan Manuel Serrat. Aquello fue un regalo y no invalidaba mi decisión de dejar los escenarios. No me traicioné tan pronto porque iba acompañado. Ahora siempre estoy colaborando con alguien.

¿Con quién?

Sobre todo, con gente joven que me llama y me pide colaboraciones. Lo que no quiero, porque no puedo, es meterme el tute de las giras que hacíamos antes. No las podría afrontar igual.

Al margen de estas coloraciones, ¿qué más proyectos musicales lleva entre manos?

Estoy bien de voz. He tenido mucha suerte y, también, me he cuidado mucho. Así que voy a publicar un disco con temas como Santa Lucía o Bienvenidos con la Orquesta Ciudad de Granada de Josep Pons. Hacer cosas esporádicas me gusta. El problema es que, para subirme un día al escenario, tengo que hacer mucho ejercicio previamente.

¿Qué otros intereses tiene?

Estoy muy interesado en la literatura. Sigo oyendo música, pero es demasiado incisiva para mí. La escucho con dedicación profesional y eso no es lo más adecuado. Así que me dedico más a leer. Ahora tengo tiempo para todo y, al final, se trata de seguir manteniéndose vivo.

¿Le gusta que los jóvenes cantantes o grupos acudan a usted a pedirle colaboración?

La gente que está ahora en la movida, como Quique González o Vetusta Morla, son muy respetuosos con la historia de la música. También es cierto que muchos vienen a mí por la voz, no por mi pasado o mi historia. La voz es el instrumento más reconocible dentro del rock. Cuando oyes a cualquier cantante estándar, puedes saber enseguida quién es. Colaborar con los demás es algo estupendo para mí.

Antes señalaba que dedica buena parte de su tiempo a leer, ¿también sigue la actualidad?

Sí la sigo, y me provoca un desconcierto angustioso. No entiendo nada, cómo es posible que sigamos en el mismo bucle. Me parecen cuestiones de otros tiempos. La situación de España, con el caso catalán, y la situación a nivel mundial, con la dejadez en el cuidado del planeta, me parecen un suicidio colectivo. El interés, lo inmediato y el mercado priman sobre todo lo demás.

¿Y cuáles son sus conclusiones sobre todos estos temas?

Lo que está pasando me parece triste y peligroso. Tenemos que echarle un ojo al planeta para salvarnos. Veo lo que pasa y me engancho a la actualidad, leo todos los periódicos que me llegan. El problema es que, cuanto más leo, más me confundo. Este mundo me parece cada vez más absurdo y menos realista.

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