Ilia cada mañana saca la música a la calle. Un modesto acordeón Hohner con las teclas desgastadas es su mejor amigo. Con sesenta años ,este músico callejero de origen rumano toma asiento en la calle Troneta y anima al viandante con las piezas musicales del momento, que ha aprendido de manera autodidacta, aunque reconoce que se siente «invisible» y hay mañanas en las que su particular caja no pasa de los cuarenta céntimos de recaudación.

Este es el caso de uno de los pocos usuarios, entre tres y cuatro, que se instalan en distintos puntos de la vía pública de manera periódica para tocar. A diferencia de las grandes capitales a nivel nacional y europeo, la ciudad de Elche no ha anotado en los últimos años un despertar musical callejero, una situación que se traduce en que se haya prescindido de elaborar una ordenanza específica que regule estas prácticas, como bien ocurre en otras ciudades como Benidorm, que el pasado mes de marzo abrió un casting en el que el personal técnico del Ayuntamiento del municipio seleccionaba a aquellos artistas callejeros con cierta trayectoria musical que aportaran además documentación como la cartilla de empadronamiento y el estado de alta en el régimen especial de trabajadores autónomos.

En este sentido, en la ciudad de Elche se aplica el reglamento de Bienes de las Corporaciones Locales unido a la Ordenanza Fiscal municipal, que establece unas tasas por ocupación de la vía pública. Sin embargo, los solicitantes están exentos de pagar esa tarifa siempre y cuando el beneficio económico que obtengan sea casi imperceptible.

Así, los usuarios que quieran ejercer esta actividad tienen que aportar documentación que los identifique como residentes de la ciudad, y una vez concedida la autorización temporal, renovable cada tres meses, tienen que contar con el informe favorable de la Policia Local sobre el horario y la ubicación que solicitan, que suele limitarse a zonas peatonales o puentes «que no impidan el tránsito de peatones», señalan desde el área de Via Pública.

Constantin Kokosapi lleva catorce años tocando el violín en tierras ilicitanas, aunque habitualmente suele sentarse en el puente de la Pasarela, unas de las zonas que tiene permitidas según su licencia. Lamenta que le gustaría poder moverse con más libertad por la ciudad «pero tengo que ajustarme a los límites que me marcan», señala. A veces este músico se siente acompañado por amigos de profesión como Juan, aunque su verdadero nombre sea Ion y haya decidido «españolizarlo» para que no se confundan cuando se dirigen a él. «Tocaba el saxofón y la flauta de pan, pero abandoné, estamos muy limitados porque Elche es una ciudad muy cultural pero como mucho la gente te deja veinte céntimos, y somos artistas que tocamos de todo y ni robamos ni hacemos cosas malas», apunta este músico, que ahora ya sólo toca en casa con su hijo «que tiene la oportunidad de estudiar el tercer curso de conservatorio». Una de las reivindicaciones de este colectivo es que se elabore una ordenanza a nivel autonómico que les facilite poder tocar en más municipios, «porque cuando en Elche es temporada baja nos movemos a sitios más turísticos como Santa Pola o Benidorm, y tenemos que llevar cuidado con que no nos requisen el instrumento», señala Ilia, acordeonista callejero.

Desde el área de Cultura reconocen que no hay peticiones por parte de músicos u otros artistas para actuar de manera contínua en la calle, «y si no hay demanda no se puede hacer una normativa específica», responde Javier Baeza, coordinador cultural. En este sentido entra en juego el valor de la rentabilidad. «Tenemos un clima perfecto para estar en la calle todo el año pero sería muy difícil ganarse la vida porque no hay tanto tránsito, y luego en Elche está interiorizada la idea de tocar sólo para las festividades, tienes una dosis de música al año que parece suficiente», señala Ivan Lledó, guitarrista y uno de los organizadores del Festival Internacional de Guitarra Clásica de Elche. Alejandro Valera, integrante de la Comisión de festivales del Consell de Cultura, incide en que la ciudad destaca por el arte de sala, «pero no se maneja el callejero y es muy importante porque rompe con la barrera de las clases sociales y hace que cualquiera pueda consumir cultura» añade.

Actualmente la ciudad cuenta con algunos festivales consolidados como «Elx al carrer» o el reciente «Xé que a gust» que dinamizan culturalmente el municipio en fechas señaladas. Aún así, desde el consistorio reconocen que no se ha puesto el foco en la dinámica de las actuaciones permanentes «y si hubiera inscripciones de artistas se podrían hacer promociones para el fin de semana de actuaciones en espacios grandes como el Paseo de la Estación», explica Javier Baeza, músico y coordinador cultural.

Por el momento, Elche sigue con un invierno habitual en el que se escucha el bullicio y el ritmo frenético de la sociedad, pero la música por las calles pasa desapercibida.