Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un tercio de los acusados de violencia machista son absueltos por la negativa de la mujer a declarar

Desde la Ciudad de la Justicia de Elche aseguran que la dispensa del deber de testificar se ha convertido en el principal «escudo» del maltratador

Imagen conceptual de una víctima de violencia de género amenazada por su pareja sentimental. sergio ferrández

A la hora de afrontar un juicio sobre un caso de violencia machista, el testimonio de la víctima es fundamental. Sin él, muchas denuncias caen en saco roto. En concreto, el Observatorio de Violencia de Género estima que en cerca de un 29% de los casos la dispensa del deber de declarar deja en saco roto las denuncias. De hecho, fuentes de la unidad de atención a las víctimas de violencia de género de la Ciudad de la Justicia apuntan que ese derecho a no declarar contra el presunto agresor se ha convertido en el mayor «escudo» de los maltratadores. Y es que muchos de los casos de violencia de género que llegan a los juzgados lo hacen a través de denuncias de oficio por parte de la Policía Local, Policía Nacional o Guardia Civil, que destapan estas supuestas agresiones por llamadas de vecinos que escuchan discusiones. También por los profesionales sanitarios, que cuentan con un protocolo especial para detectar estos casos en consultas.

Sin embargo, en la mayoría de ocasiones las agresiones trascurren en la más estricta intimidad, por lo que todos ellos se convierten en testigos de referencia, y no en testigos directos, pues nunca llegan a ver el maltrato en sí.

Para muestra, un botón. Desde la Ciudad de la Justicia ponen de ejemplo una reciente sentencia del Juzgado de lo Penal número 3 de Elche. La denuncia partió de la Policía, que acudió a una vivienda de Elche, de madrugada, ante la llamada de los vecinos por una fuerte discusión. Al llegar a la vivienda, encontraron a una mujer con la cara fuertemente magullada, y a su pareja con los nudillos ensangrentados. En un primer momento, ambos se negaron a declarar, y en la instrucción apuntaron a la existencia de terceras personas como causantes de esa agresión. Sin embargo, durante el juicio, ni acusado ni víctima declararon, por lo que, pese al testimonio de los policías y a que no había evidencias de esa tercera persona, el juez no tuvo más remedio que decretar la absolución, aunque sí se reconociera en la sentencia, como hecho probado, que la agredió.

El miedo a represalias tras la denuncia, la dependencia económica de la víctima con el agresor, y, la más grave, la dependencia emocional, son las principales causas que llevan a las mujeres a acogerse a ese derecho a no declarar para no testificar en contra de su pareja. Esta última es la causa que más preocupa, señalan fuentes de la Ciudad de la Justicia y de la unidad de atención a las víctimas del delito. Y es que, en muchos casos de maltrato, sobre todo a nivel emocional, se crea una dependencia de la víctima hacia su agresor, y hasta un sentimiento de culpa.

Otra de las causas que apuntan desde la Asociación Ilicitana Contra la Violencia de Genero (Aivig) es la desprotección por parte de las autoridades, a la que se ven sometidas las víctimas. «Muchas mujeres nos comentan que han recibido la peor paliza tras denunciar. Aunque se dicten órdenes de alejamiento, se pueden saltar fácilmente», asegura Nereida Pomares, trabajadora social de la entidad. Y es que en pocos casos se aplican medidas de control activas contra el maltratador. El estigma social también está detrás de ese miedo a denunciar. «Por desgracia, la víctima aún tiene que demostrar que lo es para que se le crea. Hay gente que les dice que cómo van a ser mujeres maltratadas si son profesoras o abogadas. Aún se cree que es algo que sucede entre gente en exclusión social, y se da en toda la sociedad, por desgracia», concluyen desde la entidad ilicitana.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats