La primera pregunta es inevitable. Mañana estrena Pi

Están siendo realmente cardíacos. Un parto de esos donde la dilatación es muy lenta. Hay que dejar todo a punto. Estamos en una sala nueva para el Teatre Escalante, donde hay que ajustar y a veces hasta crear nuevas cosas. Cada día está siendo una aventura. Desarrollas la paciencia al máximo. No es sólo nuestro trabajo como compañía sino la adaptación de algo que has creado para un espacio en el que también se incorpora todo el equipo del Teatre Escalante.

¿Quién es su apoyo en estos momentos antes del estreno?

El equipo técnico que tenemos, que es inmejorable y trabaja con entrega. Esto hace la espera más agradable. Todo saldrá perfecto mañana, pero hoy todavía falta ajustar muchas cositas. Los nervios están a flor de piel, es lo que toca antes de un estreno.

¿Qué pretende reflejar con esta última creación artística?

Es un espectáculo muy visual, colorista, lleno de detalles. Pi nos acerca a los pequeños de la casa y a sus familiares, desde la danza y el lenguaje corporal, a los números, a las matemáticas y a su traducción en la naturaleza. Las formas geométricas que se encuentran en el Universo, que se repiten en los animales, las plantas, las nubes... Pi pretende descifrar esos códigos secretos que nos acompañan y están presentes en nuestro día a día. Somos naturaleza, somos matemática, somos mágicos, somos Pi.

Son muchos los espectáculos que ahora llevan en cartera, ¿esto es reflejo del buen momento de OtraDanza?

Esto es reflejo de trabajo, constancia, apuesta por mantener un equipo a mi alrededor y una dosis de suerte y locura. Este es el camino que he encontrado hasta el momento para hacernos un hueco en el panorama dancístico actual y mantenernos a flote. Esta versatilidad y eclecticismo nos hace en este momento únicos. Una compañía privada como la mía necesita de esa hiperproducción para sobrevivir.

En una de sus obras recientes, Rito

Rito es algo mágico. Es un espectáculo dónde todo ha sido fácil. Paco Sarabia nos presentó hace casi dos años a Susana y a mí. Él nos conocía a las dos y pensó que podríamos hacer algo juntas. De una reunión en la terraza de L'Escorxador salió el primer boceto de Rito. Paco creó la banda sonora, Susana puso su maravilloso círculo de jaguares y yo aporté el concepto. ¿Qué podía pasar dentro de esa instalación? ¿Quiénes bailaríamos allí? ¿Qué historia surgiría?

Conteste usted...

La siguiente reunión fue en casa de Susana y Elio, su compañero. Sus jaguares estaban debajo de su cama de matrimonio. Susana siempre me había hablado de que el círculo protegía el espacio privado. Las cabezas hacia fuera, y las bocas abiertas y feroces de los felinos, protegían el espacio íntimo. Y ahí mi cabeza ya tenía muchas imágenes para iniciar el nuevo viaje. Contacté con Sebastián Rowinsky, una de mis parejas de baile con la que existe una gran complicidad a la hora de trabajar en dúo.

¿Cuál fue el siguiente paso?

Empezamos los ensayos en el Conservatorio de Alicante. Nos llevamos arcilla blanca para transformarnos y desaparecer de la forma humana. Queríamos embarrarnos, volvernos animales. Mi idea era trabajar en oposición al círculo con las cabezas hacia dentro, con los ojos cerrados, unidos por la boca. Empezamos con un sobre de jabón de manos, de esos que te ponen en algunos hoteles de baja gama. Cada uno lo mordíamos por un lado y la idea que tenía era crear un dúo sin separar nuestras cabezas. Rebobinamos y volvimos a avanzar, a fijar elementos, pequeñas imágenes hasta que dimos con lo que buscaba.

OtraDanza acaba de cerrar su primera década de existencia, ¿qué balance hace?

Un balance positivo, pero también agotador. Han sido años productivos, locos, llenos de aprendizaje y de proyectos, reinventándonos. Al principio no imaginas que vas a cumplir años, y pasan y esto se hace grande y también tienes más responsabilidades. Lo que empieza con amigos que te apoyan se convierte en una empresa que da trabajo a mucha gente. Eso a veces da miedo, pero también es maravilloso cuando sale bien, cuando la agenda se llena de bolos, cuando te llaman para proyectos como Pi, donde te encargan un espectáculo y te lo producen. Son años de esfuerzo y también de regalos que te hace la vida.

¿Cómo afronta el futuro?

El futuro es un misterio, soy bastante presente. Me gusta vivir el momento, lo que pasa ahora. Es cierto que cada vez la agenda se visualiza más a largo plazo. Cuando me reúno con los bailarines, planificamos ya medio año de trabajo como mínimo. Así que, aunque vivo mucho el presente, el futuro se me planifica solo. Siempre lo afronto con ganas, con riesgo y con los pies en la tierra, pero sin dejar de soñar.

¿Qué se ve haciendo dentro de los próximos diez años?

Que pregunta más difícil de contestar. Si tuviera una bola de cristal me encantaría ver que tengo siempre una estabilidad artística, una compañía que trabajara con la seguridad de que cada día va a poder ir al estudio, ensayar, trabajar en un nuevo proyecto o estar en gira con una producción, pero sin la incertidumbre de si va a funcionar o no tu trabajo, si vas a poder mantener a todo tu equipo. Me encantaría que en mi país se pudiera tener una compañía de esas que hay por Alemania en prácticamente cada ciudad.

¿Qué más le gustaría?

Me gustaría poder desarrollar mi trabajo sin presiones y seguir creciendo como artista. Y a la par de OtraDanza, poder seguir viendo crecer otros proyectos en los que ahora estoy muy implicada: la Jove Companyia de Dansa, el festival Abril en Danza, el Dansa per a Tots, el Proyecto GoOD... Soy culo de mal asiento.

De los proyectos que ha puesto en marcha a lo largo de la última década, ¿de cuál se siente más orgullosa?

De todos, son mis criaturas. Cada uno tiene mucho de mí y me ha hecho sumergirme en universos diferentes. Algunos como coreógrafa, otros como coreógrafa e intérprete. Juana me embelesa. Tattoo me describe. Tierra refleja mi retina. Back me hace replantearme mi manera de moverme. Rito me desnuda. Pi me hace jugar. Sacra me vuelve a pasar por el corazón. No puedo elegir. Todos me enseñan a descubrirme.

La formación de nuevos artistas, ¿se encuentra dentro de sus prioridades actuales?

Me gusta ayudar a otros a encontrar su camino. La docencia a ese nivel profesional me apasiona. Creo que a chavales que quieren bailar, les puedo aportar mucho, sobre todo experiencia. La parte pedagógica va estrechamente unida a mi labor como artista y coreógrafa.

¿Qué le gustaría hacer durante los próximos años que no haya hecho hasta la fecha?

Trabajar en cine. Crear la dirección coreográfica de una ópera. Crear un espectáculo con un cuarteto de cámara. Crear un musical. Crear un programa de televisión sobre danza. Bucear en nuevos proyectos.

Los premios y las nominaciones que han ido recibiendo en la primera década de OtraDanza, ¿qué han supuesto?

Está muy oído pero todos los premios son un reconocimiento a un trabajo o a una trayectoria profesional. Suponen un apoyo y un empujoncito para seguir adelante. Estoy muy agradecida de todos los recibidos.

Vamos a entrar en una parte más personal, ¿cuáles han sido sus referentes a nivel artístico?

Me marché a Barcelona muy joven para perseguir mi sueño y lo conseguí. Cuando me fui, me encantaba lo de la casa, lo cercano y uno de mis primeros referentes en danza contemporánea fue Vicente Sáez, coreógrafo ilicitano con el que más tarde tuve la posibilidad de trabajar. Su espectáculo Uadi fue de los primeros que vi de danza contemporánea en Elche y me enamoró.

Y, una vez que llegó a Barcelona, ¿cómo le fue?

Mi maestra, Guillermina Coll, me hizo redescubrir la danza clásica y se convirtió en otro de mis referentes. Después llegó Angels Margarit, coreógrafa invitada en el Institut del Teatre y con la que también tuve la gran suerte de formar parte de su compañía Mudances. Y, por supuesto, todos los grandes nombres de la danza han sido referentes para mí. Mis preferidos son Trisha, Pina y Ohad. Hoy en día, soy fan de Dimitris Papaioannou.

¿Dónde encuentra la inspiración para crear su arte?

Soy muy visual, trabajo desde las imágenes. Desde una fotografía, un paisaje, una frase que me lleva a una escena, la naturaleza, una conversación, una película? De cualquier experiencia que despierte mi curiosidad.

El proyecto artístico que lleva adelante al frente de OtraDanza, ¿le supone muchos sacrificios y renuncias en su vida?

Cuando eliges un destino, o un camino, renuncias a otros. Cuando haces una apuesta que requiere tanta implicación te dejas muchos otros lugares por descubrir. Ya tendré tiempo de abordarlos cuando me jubile.

¿Elche es un buen escenario para desarrollar una carrera como la que usted protagoniza?

Me encantaría que lo fuera, pero conforme va creciendo mi proyecto creo que no lo es. Siempre he sido una gran defensora de trabajar en la periferia. Y siempre he dicho que desde estos lugares menos transitados se puede realizar una carrera artística. Pero es cierto que en Elche falta todo el tejido profesional en el que arroparme.

¿Cuáles son los motivos que le han llevado a esta reflexión sobre la ciudad ilicitana?

Por un lado, te aísla y te mantiene al margen de la urbe y esto te da la exclusividad que te hace encontrar apoyos fácilmente a la hora de tener un lugar de residencia, o un teatro dónde hacer un work in progress, pero, por otro, Elche carece de profesión en danza. A veces siento que no se entiende el trabajo que hacemos desde OtraDanza. Promocionamos la ciudad, promocionamos nuestro centro de residencia artística en L´Escorxador, cientos de bailarines conocen Elche por la danza y por nuestro proyecto y ponemos el nombre de la ciudad por el mundo. Pero seguimos siendo poco importantes. Nosotros no damos votos.

En usted confluyen la artista y la empresaria que está al frente de una compañía como OtraDanza, ¿cómo se convive con esta dualidad profesional?

De una manera muy natural. Llevo mi empresa artísticamente. Me rodeo de personas que saben mucho más que yo de negocios. Tengo una asesora maravillosa que es mi hermana Begoña Noales, así que no puedo estar en mejores manos. La persona que lleva todo el tema burocrático y de management, Amadeo Vañó, está muchos años conmigo y trabaja para OtraDanza como si fuera su propia empresa. Me siento muy bien acompañada. Así es muy fácil ser artista y empresaria a la vez.

Antes ha citado a la Jove Companyia de Dansa. ¿Por ahí también pasa su futuro?

Es un proyecto que me motiva muchísimo. Me encanta ver la frescura y ganas de estos jóvenes talentos. Me ha tocado trabajar en mis vacaciones, pero lo he hecho con mucho gusto. Entrar a la sala de ensayos y empezar a enseñarles cosas es un chute de energía. Pero esta Jove Companyia necesita mecenas, patrocinadores y entidades públicas y privadas que la apoyen.

¿Cuál sería su deseo?

Me encantaría que todos los empresarios, especialmente los de mi ciudad, en la que tanta gente me conoce, se acercaran a ver este incipiente proyecto y se implicaran apoyando económicamente a estos jóvenes. Quizá esta entrevista, si acaban de leerla, pueda servir para encontrar los patrocinios que hacen falta.