Laura-nombre ficticio para preservar su identidad- es una de tantas mujeres que denunció a su marido por malos tratos. Todo comenzó con insultos, desprecios, y vejaciones puntuales, que se fueron incrementando con el paso del tiempo. «Luego llegaron los empujones y las bofetadas. Lo hacía hasta delante de los niños. Pensando en ellos lo denuncié, pero por el mismo motivo, cuando hubo que ratificarlo, me eché para atrás. Yo no trabajo, y pensé que, si lo metían en la cárcel o tiraba para adelante, se desentendería de los niños y nos quedaríamos en la calle. Por miedo y por vergüenza, no le dije nada a mi familia, hasta vi que era un error. La situación no iba a ir a mejor, y acabé huyendo», relata. «A día de hoy me arrepiento de no haberle denunciado. No por mí, porque al final conseguí salir de ahí gracias a mi familia, sino porque pienso que puede estar maltratando a alguna otra mujer, y me queda la espina clavada. Con el paso del tiempo, y con mi experiencia, no me cabe duda: la denuncia es la mejor vía. Y tiene gracia que lo diga yo, que me tiré para atrás. Pero precisamente por eso, quiero lanzar el mensaje a todas las mujeres que se encuentren en mi situación, que luchen para que se haga justicia». Su caso es solo una de las más de 400 causas que pasan cada año por los juzgados ilicitanos, relacionadas con la violencia machista, por lo que anima a las mujeres a poner en manos de la Justicia su situación.