Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arquitectos se rebelan contra la nueva Ley del Palmeral y exigen el blindaje total de los huertos

La asociación Ruskin Coffee envía un documento al Consell en el que reivindica la edificabilidad cero

Un ciclista circulando por la Ruta del Palmeral, que cuenta con el reconocimiento de la Unesco. ANTONIO AMORÓS

El Palmeral como coto vedado, única y exclusivamente para las palmeras y los usos tradicionales que han llevado aparejados los huertos. O lo que es lo mismo: edificabilidad cero y blindaje total contra el ladrillo y la especulación. Esa es la reivindicación que prácticamente lleva planteando un grupo de arquitectos y arquitectas de la comarca durante cerca de 40 años, ya fuera, sin ir más lejos, a través de las alegaciones presentadas contra los planes generales de 1986 y 1998, ya fuera contra los diferentes proyectos de Plan Especial de Protección del Palmeral que se han ido esbozando en los últimos años, sin que hasta ahora ninguno de ellos haya cuajado. Ahora, cuando precisamente ya se ha presentado el borrador de la nueva Ley del Palmeral de Elche, que viene a sustituir a un texto anterior de 1986, y justo dentro del periodo de consulta pública abierto por el Consell, este colectivo de arquitectos, hoy constituidos como Associació d´Arquitectes Ruskin Coffee, que preside Tomás Martínez Boix e integra a una treintena de profesionales, ha vuelto a la carga. En un documento remitido ya a la Generalitat, no sólo se rebela contra el borrador de la ley que hay encima de la mesa -aunque, eso sí, sin hacer mención alguna a puntos concretos del anteproyecto-, sino que reivindica una vez más el blindaje total y absoluto del Palmeral, con el fin de garantizar su protección. La idea es, paralelamente, empezar a enviarlo a los grupos con representación en las Cortes valencianas para recabar adhesiones.

La descripción de la situación que hacen los profesionales en su escrito no puede ser más contundente: «El principal problema que ha contribuido, históricamente, a la devastación del Palmeral en la zona del casco urbano de la ciudad, parte de la cual constituye el área declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, reduciendo la superficie de los huertos a menos de la mitad en los últimos 100 años, ha sido y sigue siendo la urbanización del Palmeral», sostienen. En concreto, aluden a la construcción en el interior de los huertos de edificios para usos públicos, ya sean centros educativos, culturales, religiosos, u hoteleros, por ejemplo, sin pasar por alto la conversión de otras parcelas en parques o jardines. Al final, el resultado, como alegan ante la Conselleria de Cultura, es que, en unos casos, eso ha supuesto la destrucción «absoluta» del huerto y de sus elementos típicos, como la estructura, la red de riego o directamente de palmeras; y, en otros casos, el deterioro ha sido tal que los huertos han dejado de ser huertos.

Ahora bien, desde el Ruskin Coffee creen que la situación es reversible, aunque, para ello, la nueva ley debe garantizar una serie de aspectos, que son los que aportan en el documento presentado en el periodo de consulta previa.

El primero, como es lógico, se resume en la edificabilidad cero en los huertos sin construcciones o que cuentan con las viviendas unifamiliares típicas. A efectos prácticos, eso supondría prohibir cualquier edificación y cualquier uso que no sea el agrícola. No lo dicen expresamente, pero dejan claro su oposición a que las viviendas que ya existen puedan convertirse en museos, centros de interpretación, o, mucho menos, en hoteles o restaurantes, por muy excepcionales que puedan ser las autorizaciones o por muy necesarios que puedan considerarse para la divulgación de los valores protegidos por la ley, tal y como recoge el borrador presentado.

El segundo apartado del documento enviado al departamento de Vicent Marzà apunta directamente a los huertos reconvertidos en la actualidad en parques y jardines, y que precisamente son los que, en palabras de los arquitectos, pueden ser cualquier cosa menos un huerto. En esos casos, lo que se plantea es rehabilitar los espacios, y recuperar la estructura y la red de riego, además de plantar nuevas palmeras y suprimir elementos invasivos, como pueden ser pavimentaciones, pistas deportivas o aparcamientos.

Finalmente, el tercer punto se centra en los huertos con usos diferentes al agrícola, en los que hay situadas algunas dotaciones públicas. La salida, en este caso, mantienen los arquitectos, se centraría en el paso de los huertos a espacios de especial protección, y, por tanto, no edificables para cualquier otro uso que no sea el de vivienda unifamiliar vinculada al uso agrícola del huerto y su mantenimiento. En este sentido, hilan más fino y abogan por que queden fuera de ordenación los actuales usos y edificios hasta la finalización de su vida útil o ruina técnica, momento en el que se deberían incorporar al conjunto de huertos del Palmeral Histórico, con sus características «propias» y «auténticas» recuperadas. Vendría ser algo así como lo que sucede con la Ley de Costas.

Mención especial hacen al apoyo que deberían prestar el Ayuntamiento y la Conselleria de Educación y Cultura -a quien se ha remitido el escrito- a esa recuperación, facilitando el realojamiento paulatino en otros solares de los centros educativos enclavados en la zona protegida por la Unesco.

A partir de ahí, hacen algún matiz más. De un lado, los huertos de palmeras que se encuentran en las zonas rurales ilicitanas deben ser el espejo en el que se miren los del casco urbano y, por tanto, el tratamiento debería tender a confluir. Por otro, la conservación y el mantenimiento del huerto deben ser las prioridades, más allá de si son de titularidad pública o privada.

Finalmente, la Associació d´Arquitectes Ruskin Coffee defiende ante el Consell que la ley debe desarrollar instrumentos de planeamiento apoyados en la protección, que se debe dejar en manos de arquitectos y urbanistas; la activación agrícola, algo que deberían capitanear ingenieros agrónomos y biólogos; y la divulgación, con historiadores, educadores y técnicos en turismo, a la cabeza. Y todo coordinado entre sí, con una gestión colegiada y un organismo ágil. Y, además, sin perder de vista la financiación pública, y sin descartar otras fuentes de ingresos como cooperativas agrícolas o particulares comprometidas con los cultivos propios de estos enclaves y el mantenimiento que requieren los huertos. Y, por supuesto, haciendo una apuesta clara por la investigación.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats