No existe un solo tipo de desigualdad de género, sino que existen muchos y, la mayoría, solapados porque se asimilan como absolutamente normales al ser repetitivos a diario y en cualquier escenario. «Hay que interrumpir inercias sexistas, misóginas y androcentristas. Hay que acabar con lo de ''porque siempre ha sido así''. Lo primero que tenemos que hacer por tanto es detectar la desigualdad. Tenemos que ponernos unas gafas de género y preguntarnos quién hace qué, preguntarnos si hay equivalencia entre hombres y mujeres», explica Elena Simón, fundadora, nada menos que en 1980, del Feminario de Alicante y formadora desde entonces, entre otras muchas actividades, en temas de coeducación, lenguaje no sexista, feminismo y género.

Ella fue la madrina de la Asociación Profesional de Promotoras de Igualdad de Género (Appromig) que ayer se presentaba oficialmente en Elche, un colectivo con ámbito territorial en la Comunidad Valenciana y que trata de poner en valor la figura de Técnico Superior en Promoción de Igualdad de Género, un ciclo formativo pionero en España por parte del IES Victoria Kent.

«Está normalizado que la mujer tenga doble o triple jornada, con un 25% menos de salario y un 30% más de trabajo a la sociedad», advertía también esta experta ante un colectivo de unas 40 personas en el Centro de Congresos de Elche.

Simón recordó que la sociedad se ha forjado desde la desigualdad a partir de la división sexual del trabajo, y que la idea de igualdad está sustentada y conformada por cuatro patas o ideas.

La primera de ellas es la igualdad de derechos, aquello de que todos somos iguales ante la ley. Pero también debe estar muy presente, dijo, la igualdad de oportunidades, algo que, a su juicio, no está consolidado: «Está consolidado en el sistema educativo a la hora de poder matricularnos, pero no lo está conseguido en muchos otros subsistemas: político, cultural, deportivo...La igualdad de oportunidades está muy coja».

La tercera pata por consolidar sería la de igualdad de condiciones, y la cuarta, la igualdad de trato, «por eso hay que pasar el escáner por todas las patas, porque si no nos conformamos solo con la primera», añadía la también filóloga, quien entiende que al género femenino hay que nombrarlo ya que el lenguaje vehicula la visión del mundo.

Sara Hernández, a la cabeza de esta nueva asociación, explicaba, por su parte, que ésta pretende ser un enlace entre los profesionales, las instituciones y las promotoras de igualdad, cuyas dos primeras promociones acaban de salir del IES Victoria Kent gracias a un ciclo formativo que ya se está extendiendo por la provincia y España.

«Es una profesión nueva, la gente no sabe que existimos ni cómo funciona, por lo que tenemos que dar visibilidad al papel profesional y defender sobre todo nuestras competencias profesionales», manifiesta Sara Hernández. Appromig comienza así a andar con la intención de impulsar charlas, formación y creación de proyectos.