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Albert Boadella: «Puigdemont es un delincuente con todas las de la ley y su destino tiene que ser acabar en la cárcel»

Una de las citas más esperadas del XXII Festival Medieval llegará el domingo con la representación en el Gran Teatro de El sermón del bufón

Albert Boadella: "Puigdemont es un delincuente y tiene que acabar en la cárcel"

A los 74 años sigue en los escenarios, en los que ahora ofrece su biografía en El sermón del bufón

Sí, me lo han dicho muchas veces para insultarme. Lo que hago es tratar de dignificar el oficio de comediante, que tiene muchas variantes, desde los titiriteros hasta los bufones. En el año 2000 ya escribí unas memorias que se llamaban así, Memorias de un bufón. Los que me han querido insultar de esta manera han sido los de mi tribu catalana. Para mí no es un insulto porque no hay nada tan divertido como los buenos payasos o bufones.

¿Qué ofrece su biografía?

Parto de la base de que los que vienen a verme conocen algunas cosas de mi trayectoria, como las obras de Els Joglars. También conocen algunas significaciones más a nivel personal en aspectos de la vida política o cívica. En El sermón del bufón ofrezco un desarrollo de mi vida y de mi personalidad, como una especie de memorias en las que repaso los momentos cruciales. Hay una diferencia entre dos personajes, como si de un juego se tratara, entre el Albert y el Boadella. Uno está más relacionado con la infancia y el otro con los años posteriores. Y los dos discuten entre sí, que es algo que nos pasa a los propios seres humanos.

También aparecen otros personajes destacados en su vida...

Sí, entre ellos Jordi Pujol o el rey Juan Carlos. Lo esencial de lo que cuento sobre ellos es que no es ficción, es todo real, algo que no suele suceder muchas veces en un escenario de teatro.

¿Cuáles han sidos sus sensaciones al echar la vista hacia atrás y repasar su vida?

Unas sensaciones agradables por todo lo que he vivido y disfrutado. Contar las cosas en público y con sentido del humor es una suerte. Los sentimientos son muy positivos cuando te comunicas con los demás, con los espectadores. Contar hechos reales es como hacer una transmisión para los amigos. Es muy distinto de cuando se hacen obras de ficción, que suelen tener una mayor carga de emotividad.

Campos como la religión, el arte o la política, ¿tienen cabida en El sermón del bufón

Mi trayectoria artística está ligada a los aspectos sociales. En algunas obras he retratado a la sociedad o a las instituciones que me han rodeado. La propia sociedad ha reaccionado muchas veces en contra y ha tratado de castigarme. Unas veces llamándome «bufón» y otras, metiéndome en la cárcel. Me ha tocado exiliarme y pasar por muchos procesos en los juzgados. No he tenido una vida sedentaria, desde luego, ha sido bastante movida. Ahora cuento todo esto en un relato novelesco.

Hablaba antes de la tribu catalana. Sus propios paisanos han tenido mucho que ver en algunas de las situaciones que le ha tocado vivir...

Lo que estamos viendo ahora ya lo venía prediciendo desde hace muchos años, desde la década de los 80. Todo esto es el resultado de una estructura que se ha montado para llegar hasta aquí. Lo he denunciado en los medios y en mis obras. El resto de España se ha dado cuenta ahora de lo que venía sucediendo en Cataluña desde hace mucho tiempo. Los políticos catalanes han perdido el pudor y la vergüenza. Lo que estamos viendo no me sorprende en absoluto.

¿Hay solución a corto plazo?

A corto plazo no hay solución. Los catalanes tienen que notar que pertenecen a un estado importante, democrático y de los más libres del mundo. Tienen que sentir también que forman parte de un gran Estado. Eso se consigue con pedagogía, adoctrinando a los niños. La única solución es que el Estado intervenga. No tiene que hacerlo con cataplasmas, lo tiene que hacer con un verdadero electroshock. Esto haría reaccionar a mucha gente. Los nacionalistas ya han visto lo que está pasando con las empresas y con la Unión Europea.

Si Carles Puigdemont hubiera convocado elecciones, ¿se habría dado un paso hacia la solución del conflicto?

Las elecciones forman parte de las comedias que montan, una falacia y una trampa para ir alargando su procedimiento. No nos podemos fiar de un delincuente convocando elecciones. No estamos hablando de un supuesto delincuente, lo es con todas las de la ley porque se ha pasado la Constitución por el forro. Lo que tiene que hacer el Gobierno es meter a Puigdemont en la cárcel. Si no lo hacen, los españoles pensaremos que la ley no es igual para todos.

Al margen de esto, ¿ve más caminos para poder revertir una situación como esta?

La intervención del Estado en Cataluña, que se controle la autonomía para volver a la legalidad. Todo lo que representa el sistema legal al que estamos sujetos todos los españoles, no hay otro remedio. Hay que hacerlo de la forma que sea, con todos los recursos que ofrece la ley. No se puede ser laxo en esta situación y hay que dar ejemplaridad. Los ciudadanos tenemos que ver que contamos con un sistema de autonomías legal.

Lleva sin poder actuar en Cataluña desde 2006, ¿qué le parece este veto que sufre?

Me parece fantástico. He podido actuar mucho más en Madrid, que es una ciudad formidable. Y en otras ciudades de España y del extranjero. Que me tengan vetado en Cataluña no tiene importancia para mí, puedo vivir mucho más tranquilo. Antes no aguantaba el ambiente nacionalista. Es insoportable, endogámico, empobrecido, lleno de falsedades y mentiras constantes. Vivía a disgusto de esta manera.

Volvamos al teatro. Ha estado más de cincuenta años al frente de Els Joglars...

Els Joglars representa la parte más esencial de mi vida, un lugar en el que he hecho mis obras con libertad y con recursos para ello. Nuestras actuaciones han tenido repercusión, tanto a nivel teatral como social, ha sido un lujo. Lo que sucede es que llega un día en el que tienes que tomar otros caminos. Me gusta mucho la música y, con Els Joglars, sólo podía dedicarme a ella en parte. Salir me ha permitido montar espectáculos musicales y óperas y descubrir una nueva dimensión. Pero Els Joglars siempre será la parte central de mi vida.

Después inició otra etapa de ocho años al frente de Teatros del Canal, ¿cómo la vivió?

Fue una etapa agradable. Trabajé con un equipo nuevo, que era formidable, y nos divertimos mucho. Pude programar con total libertad. Fue un placer hacer teatro abierto a todo el mundo. Pasábamos de la comedia ligera a las obras más densas. Durante ocho años tuvimos unos índices de espectadores espectaculares. Fue un proyecto de inclusión, no de exclusión como en ocasiones son los teatros públicos. Nos dirigíamos a todos los sectores.

Ayer recibió el Premio Libertad 1812 en Málaga, ¿qué supone este galardón para usted?

Es un reconocimiento muy satisfactorio. Significa que me consideran una persona libre, algo que he tratado de conseguir durante todo el tiempo. No siempre he podido ser libre y para mí es un gran honor que me reconozcan esto. En mi vida, más que la valentía, lo que he buscado es el sentido de la libertad. Si un ciudadano es libre, ya será valiente cuando convenga, no hace falta serlo en cada minuto de la vida.

Los críticos que ya han visto su nueva obra señalan que sigue en plena forma cuando se sube al escenario, ¿es así?

En plena forma estaba cuando tenía 40 años, ahora no es lo mismo. El potencial físico ya no está, sería un fenómeno si lo mantuviera. Conservo el equilibrio que me aporta la experiencia. Lo que no me dan los músculos me lo dan los años de oficio. Es una sensación agradable. He acumulado muchas experiencias en mi vida y eso me permite equivocarme menos, a pesar de que sigo cometiendo errores. La conjunción entre la energía dosificada y la experiencia que te da el tiempo es positiva. He tenido la suerte de llegar así a los 74 años.

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