Que levante la mano quien no tenga entre los muchos grupos de Whatsapp uno vinculado al trabajo. La ventaja del «siempre conectado» que nos brindan las nuevas tecnologías puede llegar a suponer un arma de doble filo. El desconectar al terminar la jornada laboral no siempre es una opción y eso, a la larga, puede crear casos de estrés laboral, enturbiar el descanso o incluso provocar adicciones al trabajo al no ser capar de parar una vez llegado a casa.

«Aún no has entrado por la puerta de tu vivienda, y el whatsapp ya está sonando con el jefe dando órdenes para el día siguiente, preguntando cosas y añadiendo otras tantas a la lista de asuntos pendientes», apunta una empleada que trabaja en una asesoría ilicitana. «Además, los clientes, que ya tienen tu móvil también te mandan mensajes. Van con la coletilla del perdona que te moleste pero... Estés haciendo lo que estés haciendo ya te interrumpe, y te obliga a conectar de nuevo con el trabajo aunque sea para decirle que le contestarás al día siguiente», añade.

Es solo un ejemplo de cómo las nuevas tecnologías están cambiando la forma en la que nos comunicamos, aunque no siempre sea para mejor. También a nivel laboral. El jefe de la Unidad de Salud Mental del Hospital del Vinalopó, Jesus Mesones, incide en que «debemos ser capaces de desconectar e invertir el tiempo de descanso en eso, en descanso, para tener las pilas cargadas. A esta unidad no llegan tantos casos por esta patología, pues normalmente se atienden en Atención Primaria, a través de los médicos de cabecera, por problemas de estrés y ansiedad. Pero sí apunta a que «es algo nuevo, que ha estallado hace muy poco, y con el tiempo, si no se le pone remedio, sí podríamos tener casos más graves».

Esos casos más graves también se producen cuando, ese estrés viene por la propia adicción de la persona al trabajo. Llevar sincronizado el correo del trabajo en el móvil, acceder con el ordenador a documentos o tareas pendientes de casa, o interrumpir quedadas familiares o con amigos por una llamada. Situaciones cada vez más frecuentes, por lo que «hay que tomarse el serio el descanso, y aprender a desconectar y a decir que no».