La Sección Séptima de la Audiencia Provincial, con sede en Elche, ha condenado a dos personas a ocho años de prisión por un delito contra la Salud Pública, al traficar con drogas en municipios de la Vega Baja y Elche, donde vendían al menudeo. El tribunal ha condenado, por otra parte, a un tercer acusado a tres años de prisión, por cómplice necesario, ya que en esta vivienda se almacenaban y cortaban las sustancias estupefacientes que después eran vendidas a terceros para la venta al menudeo.

Se da la circunstancia de que todos los condenados carecían de antecedentes por los mismos delitos. El tribunal ha impuesto así una pena muy cercana a lo que en un principio pedía la Fiscalía en el caso de los dos acusados por tráfico de estupefacientes, ya que el Ministerio Público pedía nueve años, y se le han impuesto ocho. Mejor parado ha salido el propietario de la vivienda donde se almacenaba y cortaba las sustancias, conocedor de los hechos sin que hiciera nada por impedirlo. El fiscal pidió para él siete años, pero la pena impuesta por la Audiencia Provincial se ha rebajado hasta los tres años.

Además, a uno de los acusados se le ha impuesto una importante multa, que asciende a los casi 600.000 euros. Este es quien vendía la droga al segundo acusado, que la distribuía al menudeo en Catral y, sobre todo, en una vivienda familiar ubicada en la calle Federico García Lorca de Elche.

Fue en este punto donde comenzó la investigación de los agentes, al sospechar que el acusado había vuelto a las andadas tras cumplir la pena anterior. Un puesto de vigilancia en el domicilio permitió a los agentes observar el intercambio de estas sustancias. Las pesquisas le siguieron hasta otro inmueble en Catral, donde el segundo acusado usaba, en el domicilio donde residía, otra vivienda propiedad de su pareja para almacenar las papelinas que vendía.

La investigación se trasladó entonces a este punto, en el que se localizó al proveedor principal. Tras seguirlo, los agentes localizaron el punto de almacenamiento en una vivienda rural en Almoradí. El traficante residía con un amigo, el tercer acusado, y guardaba la mercancía en un paquete junto a un gato hidráulico y sustancia de corte, que se utilizaba para hacer las mezclas con la cocaína. En total, en el registro de todas las viviendas, se encontraron hasta diez kilos de cocaína, con un valor en el mercado superior a los 600.000 euros.

Los acusados han recurrido la sentencia, pese a que el juez apunta en la sentencia que todos los hechos están más que probados a raíz de la investigación policial, que fue desarticulando la red de tráfico de drogas.