Un encierro en una habitación y una cuenta atrás de una hora en la que tendrán que resolver una serie de enigmas y acertijos ocultos por toda la estancia para poder salir, como si de una película de terror se tratase. Encontrar cerraduras, combinaciones de candados, llaves escondidas... y todo ello mientras se juega con emociones a través de juegos de luces y sonidos que hacen que no se rebaje el nivel de tensión en ningún momento. Esta es la base argumental de todos los juegos de «escape room» o escapismo, que se han extendido en los últimos meses por la provincia, y que ya rondan la treintena. Una forma de diversión que atrae cada vez a más grupos, tanto jóvenes como adultos, para poner a pruebas las habilidades y el ingenio de los participantes.

En Elche se encuentra el que, según su propietario, Miguel Ángel Coll, fue el pionero en la provincia, cuando abrió sus puertas en mayo de 2015. El éxito es tal, que a las dos salas de escapismo que posee en la actualidad, se añadirá una tercera que están preparando en los últimos meses. Cuando abrieron, asegura, nadie había oído hablar de esto, pero «el boca a boca y las redes sociales» les llevó al éxito. En su caso, optaron por una franquicia, importada directamente desde Budapest. Al tratarse de un juego en grupo, en el que los participantes van desde un mínimo de dos hasta cinco o seis personas, aunque hay locales que admiten grupos más grandes, ha hecho que sea la opción elegida para celebraciones de eventos, como cumpleaños o despedidas de soltero. «Incluso hemos tenido pedidas de mano en el que el novio nos pedía que metiéramos el anillo en alguna de las cajas que se encuentran bajo llave y hay que ir abriendo, para que la novia, al encontrar la pista que abriera la caja, lo que encontrase fuera el anillo».

La coordinación entre el grupo de amigos o familiares es vital, ya que «lo que uno no sabe, puede saberlo el otro. El detalle que para alguien es insignificante puede ayudar a que otra persona dé con la tecla del misterio», explican desde el local ilicitano. Durante el juego, las emociones se ponen a flor de piel, con gritos, sirenas y luces que elevan el clima de tensión y esa necesidad de escapar de la estancia.

La única comunicación con el exterior es un walkie talkie, con el que se pueden pedir un número determinado de pistas, en caso de estancarse en el juego. No están permitidos teléfonos móviles ni ningún otro aparato tecnológico. Lo único que vale es el ingenio de los participantes.

Otro de los locales emplazados en Alicante, destaca que, el éxito de estos juegos de escapismo está precisamente en eso: combinar emociones, ingenio y juego en equipo. Un juego de rol trasladado desde los videojuegos o el cine hasta el mundo real. «El hecho de que seas tú y tus amigos quienes tienen que descubrir el misterio contrarreloj es lo que hace que sea tan divertido. Ese afán de superación, esa motivación personal y ese amor propio por salir, hace que se viva de una forma intensa. En el caso de la sala La Sospecha, lo que hay que descubrir para salir de allí es quién es el asesino, y dado el éxito de la aventura, su regente, Román Zayats apunta a que ya prepara la segunda parte, en la que habrá que encontrar el arma del crimen, pues sin ella no hay caso. Él fue el cuarto en abrir en la ciudad, a mediados del año pasado, y desde entonces ya hay un total de 11 salas repartidas por toda la ciudad.

Los precios rondan los 50 euros por sesión, independientemente del número de participantes. Una nueva forma de divertirse en grupo sobre todo entre los más jóvenes. «La media de edad está en unos 30 años, pero cada vez viene gente más mayor o familias enteras, que se acercan a divertirse de forma especial», añaden desde el centro ilicitano. En San Vicente, Alcoy o Benidorm son otros de los lugares de la provincia que se han apuntado a la moda de los juegos de escapismo. Una alternativa para los que buscan juegos en equipo y vivir experiencias originales, divertidas y que ponen a prueba el ingenio. Al final, el lograr escapar o no, se convierte en lo de menos, pues lo más importante es experimentar ese cúmulo de sensaciones.