Todo esta listo para que den comienzo los conciertos de las fiestas en la barraca municipal. Los primeros en subirse al escenarios serán, esta noche a partir de las 23.30 horas, los integrantes de Mägo de Oz, con su fundador y batería, Txus di Fellatio, al frente del grupo.

¿Cómo llegan a Elche?

Estamos inmersos en la gira más larga de nuestros 29 años de historia, con más de 130 conciertos a nuestras espaldas. Vamos a presentar el último disco, Ilussia. Ofrecemos dos horas de concierto, en las que también hacemos un repaso por los temas más importantes de nuestra carrera. La escenografía está muy bien, con hinchables y telones.

No hace mucho tuvieron un gran éxito con el espectáculo Diabulus In Opera

Fue un concierto que hicimos el 6 de mayo en Ciudad de México ante 18.000 personas. Las entradas se agotaron muy pronto y grabamos un DVD que publicaremos el próximo año. Llevábamos mucho tiempo detrás de hacer algo junto a una orquesta sinfónica, queríamos salir de nuestra zona de confort en el rock. Así que nos dimos la mano con la música clásica.

¿Finisterra

Marcó un antes y un después. Hasta entonces cada uno vivía de su trabajo. Yo era socorrista en las piscinas de Madrid y me estaba preparando las oposiciones para ser bombero. El rock era un pasatiempo. Conocíamos a chicas y ganábamos algo de dinero. Aunque ese dinero nunca llegaba a casa. Se quedaba en los bares o se lo llevaban los señores que traían cosas al camerino.

Y dentro de Finisterra estaba la canción FinisterraFiesta pagana

Fiesta pagana es el Maneras de vivir de nuestra generación, la tocan todas las orquestas. Con aquel disco ya nos dedicamos profesionalmente a la música: vender entradas, hacer entrevistas... Se acabó la fiesta y dejó de ser divertido. Ahora es nuestro trabajo. Finisterra nos dio el espaldarazo y pasamos a ser conocidos en Estados Unidos, México, Colombia, Argentina, Chile...

¿A veces no se divierten?

Es un trabajo. El otro día tenía gastroenteritis y me quedé tirado en la cama desde las diez de la mañana hasta las doce de la noche, cuando me tuve que levantar porque a la una teníamos un concierto. Si esto fuera un trabajo normal, hubiera cogido la baja. Había 12.000 personas esperando y no se las podía dejar tiradas. También es un regalo que nos ha hecho la vida porque hacemos lo que más nos gusta.

¿Cómo han conseguido mantenerse tres décadas?

Porque Mägo de Oz siempre ha sido un grupo peculiar, difícil de encasillar. Para los heavys somos unos vendidos porque sonamos en las radios generalistas. Para los que no entienden de rock somos asequibles. En nuestros conciertos se juntan el heavy de pelo lacio y pitillos y la chica que escucha a La Oreja de Van Gogh. Somos un grupo divertido y que gusta ver en directo.

¿Han renovado mucho público en estos treinta años?

Si no fuéramos renovando nuestro público, seríamos como Danza Invisible, con todos mis respetos. Los que iban a nuestros conciertos al principio, ahora son padres y vienen con los hijos. El cambio generacional es lo que nos mantiene vivos porque no nos exponemos en la televisión.