Elche fue tomada anoche por la Entrada Cristiana, en el inicio de los desfiles de las huestes de la Cruz y de Media Luna, dentro de una ciudad que ya se ha adentrado por completo en sus fiestas. La comparsa Astures, fundada hace cuarenta años, fue la encargada de deslumbrar por las calles ilicitana a través de un espectacular boato, bajo el título «El esplendor del reino asturiano». El nombre dejó a las claras que el motivo central era el reino de Asturias, girando la representación sobre la figura de su último rey, Alfonso III, el Magno, quién marco el momento cumbre del territorio asturiano.

La luz, el color y el sonido no faltaron en la Entrada Cristiana de este año, en la que se dieron cita centenares de festeros, así como un buen número de visitantes que se han acercado hasta Elche para disfrutar del esplendor de sus fiestas patronales. Dividido en cinco grandes bloques, el boato comenzó, como es costumbre, c0n el paso del emblemático cañón «Tío Diego», acompañado por el estandarte de la comparsa. Miembros del centro cultural de Valencia «Amics de la gaita» se encargaron de acompañar al «Tío Diego» y de interpretar la tradicional canción Asturias patria querida.

El colosal boato aunó baile, música y espectacularidad, la que ofrecieron todos los festeros con sus trajes. Tras la presentación, la segunda parte se adentró en la leyenda asturiana. La compañía de ballet de Ontinyent Masters Ballet fue la encargada de recrear la historia a través de sus bailes, con fuerte presencia de los colores azul (de la tormenta) y amarillo (del rayo) que explican cómo se formó la Cruz de la Victoria. «Con este signo se protege al piadoso, con este signo se vence al enemigo», se podía leer en el lema de una de las pancartas.

La llegada de la noche también fue abriendo paso al desfile de las filàs invitadas. El tercer bloque tuvo como eje central la representación de la historia bélica de Alfonso III, en la que fue una auténtica muestra de poderío. El Ballet Ópera de Ontinyent y el Medieval Grup de Alcoy fueron los encargados de representar algunos pasajes como la Batalla de la Polvorosa o la Batalla del Valle de Valdemora.

La música, presente a lo largo de toda la Entrada cristiana, generó los momentos de mayor emoción entre un público que siguió con emoción el desfile y que se agolpó por las calles del centro de Elche.

Historia, tradición y sentimiento festero se dieron la mano en una noche que ya queda para el recuerdo y que no defraudó a ninguno de los presentes. Las tropas cristianas lucieron en todo su esplendor, capitaneadas por José Manuel Moya, quien estuvo acompañado por su esposa, Laura Martínez, y sus hijos Marta, Pablo y Samuel.

La mitología y la fauna fueron las protagonistas del penúltimo bloque. La percusión y el humo, junto a los maquillajes que causaron asombro, contribuyeron a crear un ambiente místico. Mientras, los festeros continuaron con su marcha por las calles de la ciudad a la vez que la Acustic Band de Elda interpretaba diferentes marchas que servían para animar a los espectadores.

Tras la sucesión de batallas y tradiciones, se llegó a la última parte del boato, en la que se mostró a la alta sociedad medieval, desde las princesas hasta los caballeros. La carroza de los cargos, con el capitán cristiano, su mujer, la princesa Astur, y sus hijos, fue la encargada de poner el punto final a una gran noche.