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La alianza de Ximo Puig y Alejandro Soler alimenta el pulso en el PSOE de Elche

El antecesor de Carlos González gana cada vez mayor cuota de poder político tras las primarias del PSPV y el congreso en IFA

Carlos González, secretario general del partido, y Alejandro Soler, en un reciente acto en la sede de General Cosidó. MATíAS SEGARRA

Resucitado y de nuevo con oxígeno en sangre. Así se encuentra en estos momentos Alejandro Soler, el que fuera exsecretario general de los socialistas ilicitanos y exalcalde de Elche, que ha vuelto a revivir, aupado por la ola «sanchista». El que, en Elche y la provincia, fuera de los primeros en apostar claramente por Pedro Sánchez cuando el aparato daba por hecho que sería Susana Díaz la nueva lideresa al frente de la nave federal, y al que casi todos en Elche creían caído, casi amortizado y cada vez con menos peso en el PSOE vive en los últimos meses una segunda juventud en el partido, atesorando cada vez mayor poder político, más allá de la agrupación local. Y lo hace, además, poniéndole las cosas difíciles de cara al futuro al actual secretario general ilicitano, Carlos González, en cuanto al control de General Cosidó, al contemplar este fin de semana en el congreso de los socialistas valencianos celebrado en tierras ilicitanas (todo un logro para el actual alcalde) cómo Ximo Puig, con el que mantiene una relación de apoyo recíproco, estrechaba lazos con Alejandro Soler. Alimentaba de este modo el jefe del Consell el pulso en la agrupación ilicitana. También en parte porque no había otra opción. O dar una imagen de unidad, como ha ordenado Pedro Sánchez, o quedarse varado en la orilla. Y eso va sobre todo por los que apoyaron primero a la presidenta andaluza y luego han tenido que asumir que Sánchez volvía para quedarse.

Puig necesitaba salir confirmado en apoyos en IFA este fin de semana, y eso pasaba por aceptar sí o sí exigencias de los sanchistas, donde Soler se ha convertido en la verdadera referencia. En este sentido, viene sumando cada vez más influencia al tener el visto bueno de Madrid. El hecho de que Soler, paradójicamente, simbolice ahora al nuevo PSOE, por su fiel respaldo a Sánchez en los peores momentos de éste, es algo que rechina a los que lo conocen de antaño, pero a la vez, entre los socialistas ilicitanos se empiezan a contemplar posibilidades que, hace semanas, ni se planteaban.

Cabe recordar que Soler es el único dirigente de la provincia que forma parte de la ejecutiva federal del PSOE; como quien dice en apenas tres meses él y sus afines se podría decir que casi han aglutinado el 42% de las voces críticas con Ximo Puig en la provincia; y que tras las primarias del PSPV y el congreso de los socialistas valencianos llegará el congreso provincial, donde de nuevo las fuerzas, se quiera o no, volverán a medirse.

Mientras tanto, Carlos González se muestra tranquilo. Su apuesta es demostrar en estos dos años que quedan de mandato que el PSOE es la referencia de la izquierda. Al frente del Ayuntamiento, su grupo va a esprintar para, a través de inversiones, demostrar que puede dar un nuevo cambio a la ciudad, de manera que los ciudadanos hagan la lectura, cuando lleguen las urnas, de que lo mejor es apostar por el PSOE, encabezado por él. Esta vez en solitario.

Ante tales perspectivas, González cree que con inversiones en servicios públicos, en cuestiones sociales, y mejorando en definitiva la ciudad, la posibilidad de volver a ser el candidato de su partido en 2019, en esta ocasión sin necesidad de competir con otros tres aspirantes, como ocurrió en la anterior vez, está garantizada, y con ello preservar la dirección del partido local.

Cada uno en su patio. Soler, con miras claras a Madrid, pero sin querer perder de vista lo que pase en la agrupación ilicitana, y González, controlando de facto el partido en Elche y dirigiendo la ciudad desde la Plaça de Baix, podría ser una opción. Un pacto de no agresión por el bien del PSOE. Otra opción, con la que ya se especula con fuerza, es que se acabe imponiendo otro nombre para la Alcaldía. Incluso se hacen conjeturas con algún edil.

Hay posibilidades y campo de maniobra para ambos, sin necesidad de entorpecerse. Y lo saben. Todo ello sin perder de vista que hay que mimar a los afiliados y simpatizantes, que hay que seguir cerca de ellos, salir a la calle, escucharlos y generar actividad que los diferencie de Compromís. Y para ello tienen ahora dos años.

Dos años en los que las distintas sensibilidades del PSOE ilicitano (hasta cuatro hubo) tienen tiempo para dejarse convencer para inclinarse por una de las dos fuerzas internas primordiales en estos momentos. Los de González no quieren que regrese a Elche la etapa de Soler. Los de Soler alguna guardada sí que mantienen a los que ahora dirigen el partido y copan el grupo municipal. Habrá que ver qué pasa tras el verano.

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