En la presentación del Festival de Guitarra, la organización agradeció que usted siempre tenga un hueco en su agenda para venir a Elche, ¿cuáles son los motivos de todo esto?

He venido muchísimas veces al festival de Elche y siempre lo hago porque desde el principio me acogieron muy bien. La relación que mantengo con los alumnos todos los años es extraordinaria, y el nivel que demuestran cada vez es más grande. Así que tengo muchos motivos para acudir al festival y, por eso, lo hago todos los años.

¿Nota que la repercusión del festival es cada vez mayor?

Es evidente que el festival tiene cada vez más repercusión fuera de Elche y que su crecimiento es constante en todos los niveles, sobre todo en la calidad de los guitarristas. Lo que vemos por parte de los estudiantes y en los concursos tiene un refinamiento mayor, cada vez más alto. Los alumnos que vienen ahora tienen mucho más nivel que los de antes y eso supone una gran satisfacción. Todo el mundo viene a Elche a trabajar con un nivel profesional. Y los que son más jóvenes, y todavía no tienen edad para estar en los conservatorios, son más espabilados que los chavales de hace diez años.

Para su concierto de esta noche se han llegado a comprar entradas hasta desde Irlanda, ¿qué siente ante ello?

Espero no defraudar a nadie. Siempre me gusta tocar, y todavía más en los lugares en los que me siento tan bien como es el caso de Elche. Para ofrecer un concierto, uno tiene que ser ante todo sincero, y esa sinceridad nace de la relación que se establece con el público. No concibo sentarme en mi silla y ofrecer algo que no me guste. En Elche tengo la sensación de estar tocando junto a los espectadores al mismo tiempo. Se crea una atmósfera que se impone por sí misma, y eso es algo que no ocurre en todos los lugares.

Con el paso de los años y los festivales, ¿nota que el público es cada vez más entendido?

Sí, es más entendido. El público de Elche ha ido creciendo a la vez que lo ha hecho el Festival de Guitarra. Eso también nos hace mejores a los que tocamos y supone un aliciente para regresar en los siguientes años. El público responde muy bien y cada vez mejor. Es perfecto y espero que siga siendo así por tiempo.

Al margen de su concierto de hoy, ¿qué puede contar de las clases que está impartiendo?

Son una maravilla porque en ellas aprendemos todos. Con cada alumno se debe afrontar un reto nuevo, desconocido. Así que uno se tiene que ir renovando de manera constante. Lo importante para el que enseña es saber en qué puede contribuir a los alumnos. Es un acto de mutuo enriquecimiento, veo a los jóvenes guitarristas como colegas que tienen menos experiencia.

¿Un guitarrista termina de formarse en alguna ocasión?

Nunca se llega a dominar del todo el instrumento, por suerte. Uno tiene que estar buscando constantemente nuevas metas. Si nos las tuviera, sería mejor que me dedicara a otras cosas y no a la guitarra. El amor y la curiosidad son los dos motores que mueven a un músico.

¿A qué se dedica cuando no está tocando la guitarra?

Me gusta la vida, así que sigo descubriendo. También me gusta leer y que otras personas me cuenten lo que han leído. Y disfruto viajando por todo el mundo. Es una suerte porque, si no, lo pasaría mal, dedicándome a la guitarra. En los viajes visito museos pero sobre me dedico a conocer otras personas y culturas. Todos somos diferentes.