Sucede cada verano, apuntan desde las consultas de nutrición y endocrinología, y a pesar de las advertencias, los pacientes no hacen caso. Con la llegada del calor comienza la llamada «operación bikini», en la que muchos recurren a las dietas milagro, un término que los expertos ya apuntan de entrada a que es inexistente, para perder el mayor número de kilos posibles en el menor tiempo. Un proceso que, en la mayoría de ocasiones, antepone el mejorar al cuerpo a gozar de una buena salud.

Así lo aseguran desde la consulta de Endocrinología del Hospital del Vinalopó, donde confirman este repunte de pacientes que acuden a ponerse a dieta con la llegada de la época estival, especialmente entre la gente cada vez más joven, incluso en adolescentes. El primer error que se comete es que, en su mayoría, llegan tarde. Las visitan a la consulta, explican desde el hospital ilicitano, se producen tras haber intentado otros métodos por cuenta y riesgo del paciente, sin ningún tipo de asesoramiento médico o especializado, que en muchas ocasiones se traducen en dietas «sinsentido, sin ninguna eficacia, o perjudiciales para la salud y, en los casos más extremos, dietas sin ninguna base científica que carecen de efectividad»., asegura la doctora Myriam Sánchez Pacheco.

La dieta Duncan, que promete perder hasta cuatro kilos en tan solo siete días, sigue siendo uno de los casos más frecuentes en las consultas. Desde el Hospital del Vinalopó lo tienen claro: la única dieta válida es la que consigue un equilibrio entre el aporte calórico necesario, los nutrientes esenciales y el ejercicio físico. Ninguna dieta es válida sin él, aseguran.

Otro de los peligros son las dietas con altas dosis de proteínas que, a largo plazo, pueden acarrear diversos problemas cardiovasculares o en los riñones.

Precisamente, el hecho de que las patologías asociadas solo se vean a largo plazo hace que los pacientes no perciban el riesgo. Al no ser inminente y no ser «visible», hace que los pacientes no sean conscientes del problema.

Método del plato

Entre tantas dietas y recomendaciones, la doctora explica que en la consulta lo que utiliza es el método del plato. Consiste en dividirlo por la mitad. En un cuarto se añaden proteínas y, en el otro, hidratos; el resto, se trata de combinar con vegetales y verduras para obtener un equilibrio tanto a nivel calórico como nutritivo. «Las dietas más raras que nos llegan son en las que solo puedes comer un tipo de alimento al día. Los lunes solo alcachofa, los martes zumo de piña... Es a esto a lo que nos referimos cuando hablamos de la falta de nutrientes en una dieta. Debe ser equilibrada y aportar cada día lo que el cuerpo necesita. Si no, no sirve de nada», señala.

Concienciar sobre lo que se come y lo que no también es importante, porque si bien todos tenemos claro, en cierta medida, qué se puede ingerir en mayor o menor exceso, «muchas veces no somos conscientes de las calorías que se toman mediante las bebidas, o con cierta combinación de alimentos», apunta la doctora.

Además, la dieta debe de ir acompañada de factores como el metabolismo de cada persona, su peso, la edad, u otras cuestiones médicas, como es el caso de pacientes con niveles altos de colesterol o con hipertensión.

Para Nuria García, una nutricionista que presta el servicio en su propia clínica, el gran error es que «se concibe el estar más gordo o más gorda en base a criterios estéticos, en lugar de a criterios médicos, que es realmente lo importante cuando una persona se propone perder peso. El objetivo no puede ser estar más guapo o más guapa, sino tener un cuerpo saludable, mantenerse en forma y evitar problemas médicos derivados de un sobrepeso».

En este sentido, García también reivindica que todos estos procesos estén guiados por el personal médico, y no «a través de lo que se lee en revistas, los mitos y falsas creencias sobre ciertos alimentos, o seguir la dieta que me pasa un amigo porque le fue bien. Esto es cuando cuando hablamos de automedicarse. Todos los pasos a seguir, deben venir recomendados por personal médico».

Ensaladas sí, sin salsas

Las falsas creencias en cuanto a alimentos adelgazantes son otra de las cuestiones que pueden llevar a error. Para empezar, mucha gente opta por sustituir alguna comida o cena por una ensalada, bajo la creencia de que lo verde adelgaza al no contener calorías. El problema es cuando «empezamos a echarle salsas, y otros añadidos, que al final hacen un plato tan calórico o más que los que sabemos que no son recomendables», añade. De hecho, cuenta como anécdota, que «en una ocasión fuimos a una cadena de comida rápidas con unos amigos. Una de ellas, por controlar la línea, se pidió una ensalada, y el resto comimos un menú de hamburguesa. Cuando vimos la tabla nutricional, el menú igualaba al de la hamburguesa. ¿El truco? La salsa césar y la fritura del pollo, que elevaba enormemente el número de calorías».

Otro de los errores más frecuentes es el de saltarse comidas. Al contrario de lo que se cree, suprimir el desayuno o la cena no solo no ayuda a adelgazar, sino todo lo contrario. «Es mejor respetar las cinco comidas controlando ingredientes y cantidades, que hacer solo tres. Llegas a ellas con más hambre y, al final, acabas comiendo más», explica la nutricionista.

La moraleja por tanto está clara: cualquier proceso de adelgazamiento debe realizarse bajo controles médicos, siguiendo una dieta equilibrada para que el cuerpo no se resienta, de forma controlada y manteniendo los hábitos alimenticios adquiridos.