La detención del líder de Joves Socialistes d'Elx, Alejandro Díaz, por guardar y distribuir material pedófilo, y al que la Policía acusa de abuso a menores, ha conmovido estos días a la sociedad ilicitana. El catedrático de Psicología de la Universidad Miguel Hernández, José Pedro Espada, que dirige el área especializada en Personalidad, evaluación, y tratamiento psicológico, explica cómo detectar y tratar este tipo de casos para acabar con este trastorno sexual.

¿Qué puede llevar a un pedófilo a disfrutar con este tipo de imágenes y abusos?

La pedofilia es un tipo de parafilia, lo que antes se llamaban desviaciones sexuales, que es en sí misma un trastorno sexual. Es un problema clínico porque conlleva sufrimiento para la víctima, el entorno y a veces también para el propio pedófilo. Además de un delito, es un trastorno psicológico recogido en los principales sistemas diagnósticos en salud mental. Puede implicar fantasías sexuales en las que el estímulo excitante es un menor, impulsos sexuales hacia el mismo y en el último término conductas sexuales que pueden incluir desde el consumo de pornografía y la masturbación, hasta el exhibicionismo y distintas formas de abuso sexual. Pueden darse las tres: excitación, impulso y comportamiento; o bien que el sujeto no llegue a realizar comportamientos de abuso directamente con menores y detenerse con la fantasía o el consumo de material con ese contenido. Pero es una cadena que puede fácilmente completarse si el sujeto no detiene su impulso.

¿Cuál es la causa de este trastorno psicológico?

La generación de las preferencias sexuales en cada individuo se va forjando durante el desarrollo madurativo. Intervienen aspectos biológicos y ambientales, incluyendo factores culturales y educativos. Todos los aprendizajes, especialmente relacionados con lo afectivo y lo sexual, pueden influir en las preferencias sexuales, los estímulos que generan excitación sexual: personas del otro sexo, del mismo sexo, objetos, situaciones, etcétera.

Una persona con este tipo de tendencias puede llegar a «rehabilitarse» alguna vez?

Los tratamientos psicológicos para las parafilias, incluida la pedofilia, son eficaces. Las técnicas cognitiva-conductuales consiguen que el sujeto tome conciencia del problema si aun no es el caso, valore las consecuencias de su comportamiento y reaprenda su comportamiento sexual, incluyendo los estímulos que le generan excitación y la realización de conductas sexuales aceptables.

¿Y en qué consiste el tratamiento para estos casos?

En psicología clínica la mayoría de trastornos psicológicos y conductas desadaptativas se explican como el resultado de un aprendizaje que ha sido inadecuado. En el caso de la pedofilia se ha condicionado indebidamente la excitación sexual a un estímulo específico como son los menores. El tratamiento psicológico de la pedofilia tiene varios objetivos. El primero consiste en modificar la excitación sexual que el sujeto experimenta ante estímulos relacionados con menores. Se trata de re-aprender de manera que las fantasías sexuales tengan como contenido personas adultas y situaciones aceptables porque no dañen a otros. De forma progresiva, se recondiciona al paciente para que sustituya los estímulos ante los que experimenta excitación trabajando con fantasías en la imaginación y con material erótico. El segundo objetivo es que consiga autocontrol sobre su comportamiento, estableciendo límites claros marcados por conductas sexuales libres y consentidas, en un contexto donde no se dañe a otras personas.

¿Hay algunos indicios que permitan detectar este tipo de comportamientos?

Muchos sujetos parafílicos tienen una vida normal y el impulso sexual desviado actúa de forma paralela. En algunos casos suponen la auténtica preferencia sexual del sujeto y en otros es complementaria a la normalizada. Por lo tanto, no es fácil, si el sujeto no lo manifiesta, identificar desde el exterior signos que indiquen el problema. El ámbito de la conducta sexual pertenece a las conductas privadas y son, por tanto, relativamente fáciles de ocultar.