Una pareja ilicitana, que prefiere no dar sus nombres, aseguran que «la consulta de reproducción nos cambió la vida. Aunque recuerdo cómo de pequeña solo me gustaba jugar a mamás y a papás, siempre quise ser madre». Sin embargo, tras estar varios años casada con su novio de toda la vida, decidieron dar el paso, y comenzaron los problemas. «Yo tomaba la píldora por problemas hormonales desde casi la adolescencia. Me dijeron que costaría unos meses desde que dejara de tomarla pero el tiempo pasaba y no había forma de quedarme embarazada. Consultamos con un médico y nos dijeron que esperáramos. Al cabo de un año, nos sometimos a un test de fertilidad y no daban con la causa del problema».

Finalmente, optaron por recurrir a la inseminación. «El primer intento no salió bien, el segundo tampoco... La verdad es que lo pasamos muy mal. Llegué a pensar que no había forma, que estaba perdido, pero finalmente, con el apoyo de los médicos, de los familiares y por supuesto de mi pareja, decidí realizar el tercer intento. A la tercera fue la vencida». Esta pareja cuenta cómo «al principio fue muy difícil, el proceso es algo engorroso y te hace sentirte impotente, al ver que lo que más deseas se te escapa de las manos». «El error que cometimos fue pedir ayuda muy tarde. Hoy en día, con perspectiva, lo hubiera hecho antes».