La obra que se está llevando a cabo en la parte oeste de la ladera del Vinalopó para mejorar la accesibilidad de esta zona del río mediante la construcción de dos rampas se ha llevado por delante una decena de pinos, algunos con más de 30 años vida. Para generar los nuevos viales, uno de ellos para dar servicio al colegio Baix Vinalopó mediante una entrada directa a través del patio, el Ayuntamiento se ha visto forzado a eliminar aquellos pinos que se encontraban en la trazada de los futuros accesos. Dentro de esta actuación, también se han suprimido por motivos de seguridad aquellos ejemplares que, por su inclinación hacia el río, suponían un riesgo para la integridad física de las personas que pasean o hacen deporte entre el puente del Ferrocarril y el de Altamira.

Las obras, que están siendo ejecutadas por 20 operarios de los talleres municipales de empleo y que se prolongarán hasta finales de año, incluyen un proyecto paralelo para regenerar la cubierta vegetal y plantar nuevas especies autóctonas. Sin embargo, algunos vecinos de la zona han denunciado la tala de estos pinos aduciendo razones medioambientales, por un lado; y la pérdida de zonas de sombra en la zona, por otro.

Las futuras rampas de acceso a la ladera ya empiezan a divisarse sobre dos caminos completamente libres de obstáculos o, lo que es lo mismo, de los pinos que impedían trazar los nuevos accesos. A la par que se retiraban esos árboles, técnicos municipales e ingenieros externos al Ayuntamiento evaluaron el estado de todos los ejemplares plantados en ese punto de la ladera del Vinalopó, rellenada con escombro y con ladrillo para alumbrar las actuales zonas verdes.

La mayoría de los pinos existentes junto al río fueron plantados en los años 80 sobre esa superficie artificial generada a principios del siglo pasado. Con el paso de los años, los pinos han crecido de forma abundante hasta llegar a suponer un riesgo para la seguridad de los ilicitanos que frecuentan este pulmón verde en pleno centro de la ciudad.

El informe realizado por los técnicos tras un examen individualizado de cada ejemplar recogía que la superficie de tierra a la que se enraízan estos pinos es de apenas un metro de profundidad, una circunstancia que ha motivado el que se hayan ido inclinando conforme han ido creciendo. En zonas de montaña con metros de tierra de profundidad no representarían un problema, pero en este punto de la ladera, anclados sobre apenas un metro de tierra, el peso estaba tumbando los ejemplares más grandes, con el consiguiente riesgo de caída ante un vendaval. Ya no tenían donde «agarrarse», aducen desde el Consistorio.

Últimos temporales

Antes de la retirada de esta docena de pinos, y durante los duros temporales sufridos este invierno, varios ejemplares acabaron cayéndose a causa de los efectos provocados por las fuertes rachas de lluvia y viento y los desprendimientos de tierra producidos por la fuerza del agua. Al estar plantados en pendiente, los arrastres acabaron descarnando las raíces, una circunstancia que podría haberse repetido con los pinos retirados tras el informe de los técnicos.