Y de repente sonaron los tambores de Kilombo Kilombé desde la Plaza de la Glorieta. Era la señal para que comenzara la invasión del ejército de artistas de las calles del centro de la ciudad, donde desde el jueves y hasta el domingo se celebra la XII edición de Elx al Carrer. Lo de ayer solo era un primer batallón pero con la fuerza de sus espectáculos consiguieron sitiar diferentes plazas del casco histórico, donde encontraron a centenares de aliados entre los asistentes a base de risas y de números que los dejaban alucinados. De hecho, en la Glorieta (bautizada por este evento como la de Digitot), la pareja Uno y Media provocó que a muchos de los pequeños que conformaban su nutrido público se les derritiera la bola de helado que se merendaban, al quedarse atónitos ante sus espectaculares acrobacias. Su look también era bastante llamativo. Bañadores de rayas estilo años 20 y gafas de snoorkel con las que fingían bucear, quizá por la imaginación de los espectadores, en su escenario improvisado.

Muy playero también fue la propuesta del gaditano Yeyo Guerrero, que titulaba «Surfer Clown», en el que, a falta de olas en la Plaza de las Flores, hacía equilibrismos con su tabla de surf al ritmo de canciones de los Beach Boys, de la serie «Fama» o, incluso, de la película «2001. Odisea en el espacio».

Los que eligieron la plaza Eres de Santa Llúcia para tomarse el típico gin-tonic de viernes por la tarde también se quedaron sorprendidos al ver aparecer a las bailarinas de la compañía ilicitano-alicantina Danseu-vos, que presentaba su romántico espectáculo «Declive». «Estábamos aquí de after-work y de repente nos hemos encontrado con este show de danza. La verdad es que es una pasada», destacaba la ilicitana Elisa García.

El irlandés Murray Molloy, un auténtico discípulo de Houdini con alma de faquir y al que le iba bastante el cachondeo, mostró al respetable su facilidad para escapar de una camisa de fuerza y una cadena de 30 metros, e incluso para tragarse una espada de más de cincuenta centímetros. «Empecé fabricándome una cama de pinchos y me he llegado a tragar tanto fuego como espadas de hasta setenta centímetros. Alguna vez he acabado en el hospital por algún accidente», dice Molloy, aunque ya se sabe, el espectáculo siempre tiene que continuar.

La esencia circense de Embolikarte y la danza de Deambularte también hicieron las delicias de las personas que pululaban entre los diferentes puntos donde tenían lugar las actuaciones. La primera jornada oficial se cerró con la música de los británicos MFC Chicken.

Hoy continúa el festival con más de una veintena de espectáculos y con el estreno, por la tarde, de la muestra de escuelas de baile en el escenario del Palacio de Congresos. Que el ritmo no pare.