Un problema más, entre los muchos a los que se enfrenta el proyecto del nuevo Mercado Central, sino el gran problema en estos momentos. En eso ha degenerado la reordenación del tráfico. El debate de si es necesario rehabilitar el edificio o, por el contrario, hay que tirarlo abajo y levantar uno nuevo, aunque aún latente, ha pasado a un segundo plano. A cambio, cada vez toma más fuerza la discusión sobre si el centro necesita otro parking subterráneo para casi 300 plazas, cuando los tres aparcamientos públicos cercanos pocos días al año cuelgan el cartel de completo, como así ha reconocido el equipo de gobierno, y si eso puede ser compatible con el empeño de peatonalizar totalmente la Corredora. O si, por el contrario,el aparcamiento es de vital importancia para revitalizar el entorno del Mercado y, por tanto, el centro. Al margen de donde se sitúe cada cual, lo cierto y real es que los informes que se están emitiendo desde el departamento de Tráfico están ayudando bien poco a esclarecer la situación. A falta de un estudio desfavorable, ya van cinco en 19 meses. El último, sin ir más lejos, es del 21 de abril de este año. Y lo peor es que, admiten incluso algunas de las voces que apoyan el proyecto, cada cual es más demoledor.

Que el Mercado Central no levanta pasiones entre parte del alto funcionariado del Ayuntamiento ilicitano no es un secreto a estas alturas. Así lo admiten algunos de ellos en petit comité. Otra cosa es que de, puertas hacia afuera, mantengan las formas, y que, además, eso no se haya traducido en una lluvia de informes desfavorables.

Cuestión aparte es lo que sucede con el tráfico. Desde septiembre de 2015 -cuando ya el primer tripartito se había hecho con el Gobierno local-, y hasta abril de este año, el ingeniero de caminos municipal ha emitido hasta cinco informes con muchos reparos a la incidencia que tendrá en la zona la construcción del parking.

Desde el principio, el funcionario ha venido reiterando lo mismo estudio tras estudio: que la documentación entregada por Aparcisa incurre en las mismas carencias y deficiencias. Incluso incurre el cuarto informe, de mayo de 2016, aprobado en una junta de gobierno de febrero de este año, bajo el argumento de que, en última instancia, era el menos malo.

De hecho, el estudio municipal de mayo del año pasado, en el que se incluye la entrada al aparcamiento por Major de la Vila y la salida por Salitre ya dejaba claro que, en horas punta, el tráfico se multiplicará por cuatro en la calle Alfonso XII, y el colapso no sólo afectará a las calles más cercanas, sino a otras como Daoiz, Ángel, Curtidores, el puente de la Virgen, Major del Pla o Diagonal del Palau. No sólo eso. Alertaba de que, particularmente grave, es la situación de Major de la Vila y el lateral de la plaza Menéndez Pelayo, donde consideraba necesario adoptar varias actuaciones complementarias para evitar el riesgo de accidentes, por el flujo peatonal y de ciclistas.

Ahora en este nuevo informe, el técnico, como en los anteriores, no habla de favorable ni desfavorable, ni dice sí o no, pero no podría mostrarse más contundente: no sólo le recrimina a la empresa que para la realización de estudios de tráficos hay que plantear las hipótesis probables más desfavorables y su evolución en el tiempo, sino que incide en el nivel de peligrosidad que se alcanzará en calles como Daoiz, Salitre y Major de la Vila, y reitera que no se contemplan las actuaciones necesarias en determinados viales del centro, como Alfonso XII o Major de la Vila, lo que supondrá unos costes adicionales a los contemplados inicialmente.

De entrada, el funcionario señala que las «alegaciones» presentadas por la empresa corresponden al informe municipal del año pasado, que estuvo cerrado a cal y canto nueve meses, pese a los tirones de oreja del conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz, de Compromís para más señas, y del Síndic de Greuges.

A partir de ahí, el técnico insiste en una serie de deficiencias sobre las que ya había llamado la atención anteriormente. Sin ir más lejos, sentencia que hay una mera descripción de lo planteado en el estudio de tráfico presentado, y con las mismas hipótesis, sin completarlas.

A modo sólo de ejemplo, vuelve a hacerse eco de que, como se subraya en las alegaciones de Aparcisa, «la plena ocupación del aparcamiento no se alcanzará en un futuro cercano como lo demuestra la demanda actual de aparcamientos colindantes». Dicho esto, el funcionario le espeta a la concesionaria, y no es la primera vez que lo hace, que, «para la realización de estudios de tráfico, hay que plantear las hipótesis probables más desfavorables y su evolución con el tiempo».

Por otro lado, apunta que el informe no cuantifica el flujo de tráfico que habría que sumar a los 280 vehículos en hora punta que recoge el estudio, procedentes del aparcamiento de rotación que se proyecta. Sólo se señala el tránsito debido a residentes, y los vehículos de servicio del Mercado y de los comercios de la zona.

El hecho de que no se tengan en cuenta los tiempos de demora por colas en la calle Daoiz y en otras vías, o que en Major de la Vila no se haya contado con todos los agentes implicados, esto es, peatones, ciclistas y tráfico rodado, y no se hayan hecho microsimulaciones con diversas hipótesis para ver el nivel de seguridad y accesibilidad, completan algunas de las recriminaciones contenidas en el nuevo estudio. Un informe, que, sin más, y como en el resto de casos, acaba con un «lo que traslado a los efectos oportunos».

El problema del tráfico, en cualquier caso, no es nuevo. En tiempos de Alejandro Soler, ya tuvo mucho que ver con el bloqueo del proyecto. En marzo de 2011, los socialistas, en el que sería el último pleno del mandato, llevaron una modificación de varios artículos del PGOU, necesario para que pudiera activarse el proceso. Compromís, a la sazón socio de gobierno del PSOE, acabó votando el contra, junto al PP. Consideraba su entonces portavoz, Àngels Candela, que esas más de 400 plazas de parking planteadas entonces hipotecarían la movilidad, e iban totalmente en contra de la peatonalización del centro. Se aferraba, además, a un estudio de movilidad de diciembre de 2009 que desaconsejaba que entraran más vehículos a la Vila Murada y las calles adyacentes. El proyecto quedaría encallado hasta que el PP lo recuperó tiempo después.

Algunas de las voces más críticas defienden que, al final, en el pecado va la penitencia. El Ayuntamiento no encargó en su día un estudio municipal sobre movilidad en el centro, lo dejó todo en manos de la concesionaria, y estas son las consecuencias. De momento, por más que ya haya un informe aprobado -el cuarto-, ya van cinco desfavorables en total.