En su último libro, «La habitación oscura», habla de una generación perdida a causa de la crisis. ¿Y la crisis literaria?

Yo creo que la literatura está en crisis aunque no hablemos de ella. Hablamos mucho de la literatura de la crisis (la que cuenta los problemas sociales) pero no de la crisis de la literatura, porque quizá su crisis real se llama irrelevancia. Y es que la literatura ha dejado de contar y de importar dentro del relato que vivimos. No sé si hubo alguna vez una edad de oro en la que la literatura tenía un buen papel social pero sé que ahora, en un momento en el que gran parte de la sociedad se ha politizado o se ha repolitizado y se ha generado un movimiento social potente, no ha estado muy presente. Los escritores, aunque hayamos participado en manifestaciones o en mesas redondas, no hemos generado obras a la altura de lo acontecido y eso seguramente ha provocado una distancia con los lectores.

¿Y la fórmula es el discurso reivindicativo como el de usted? Ha profundizado en la crisis, en los desahucios...

No creo que escribir sobre la crisis y ciertas realidades actuales sea una garantía de éxito. Quizá exista mucha gente que está buscando cosas diferentes en los libros que no son el conflicto o respuestas a sus problemas. Puede que solo precisen de un refugio. A mí, personalmente, lo que me resulta hoy difícil o inexplicable es escribir una novela sin mirar por la ventana hacia lo que está pasando. No quiere decir que haya que apostar solo por novelas periodísticas o sociales. Existen muchas maneras de plasmar la realidad, y diferentes formatos.

En «Aquí vivió», que publicó junto a la ilustradora Cristina Bueno, usted por ejemplo optó por el de la novela gráfica.

El cómic se ha considerado mucho tiempo un pariente pobre o una forma artística menor y la etiqueta de la novela gráfica parece que lo convierte en una experiencia adulta. Es un error porque muchos cómics tienen mucha calidad. En el periodismo también se está usando para contar historias. Te permite una conexión especial con los lectores, ya que empatizas con ellos de una manera diferente, porque todos hemos sido alguna vez consumidores de cómics.