La solemnidad fue la gran protagonista en las procesiones de Jueves Santo. El centro de la ciudad recibió a una gran multitud de personas desde primera hora de la tarde, que aprovechando que el día era festivo acudieron a presenciar las procesiones de las seis cofradías que procesionaron. La más multitudinaria fue, sin duda, un año más la procesión del Santísimo Cristo de Zalamea.

Los vecinos de Elche y de otras localidades acuden durante todo el año a realizar ofrendas al «Cristet» en la capilla ubicada junto a la iglesia de San José, y a pedir que proteja a sus familiares, debido a la vinculación que esta imagen tiene con el antiguo hospital de la Corredora. Una devoción que año tras año también se plasma en las calles por donde pasa la procesión, que por anchas que sean se quedan pequeñas para acoger a las miles y miles de personas que quieren acompañar al «Cristet».

Este año, como novedad, la cofradía ha estrenado un paso infantil, con una réplica del Santísimo Cristo de Zalamea, que es aún más pequeña que la titular. Una treintena de niños, hijos de costaleros y de cofrades de la entidad, fueron los encargados de llevar el paso infantil, que iba al principio del cortejo.

La procesión del Cristo de Zalamea era la última que tenía su salida programada en el Jueves Santo, justo cuando el reloj marcaba la media noche, y daba paso a la madrugada del Viernes Santo.

Antes otras cinco cofradías ya habían tomado las calles de la ciudad, ante la mirada de vecinos y numerosos turistas que se acercaron a conocer la Semana Santa ilicitana. La primera procesión que salió a la calle fue la de la Cofradía de la Santísima Sangre de Cristo, Nuestra Señora de las Angustias y María Santísima de la Salud. Esta procesión salió desde el interior de la basílica de Santa María. A sus puertas se congregaron numerosas personas para ver salir los dos pasos, el de misterio y el de palio. La procesión tomó rumbo hacia la Plaça de Baix donde los dos tronos protagonizaron el primer encuentro del Jueves Santo. La procesión siguió hasta llegar al barrio de San Antón.

La Cofradía de la Oración en el Huerto también salió a la calle el Jueves Santo. Empezó su recorrido desde el Hort de la Rinconà. Multitud de niños abrieron el cortejo repartiendo caramelos entre los vecinos y turistas que se acercaban a ver el paso de la procesión.

El trono, uno de los pocos de la Semana Santa que va sobre ruedas, volvió a captar la atención por los tordos que suele llevar en la palmera, y que este año, como el pasado, no han estado exentos de polémica. Desde la cofradía defendieron que los pájaros se cuidan en cautividad, y que participan en la procesión con arneses que no les producen ningún daño, en contra de lo que sostienen colectivos animalistas.

Más allá de esto, el paso volvió a destacar la presencia de una gran palmera, así como árboles frutales, entre los que no podía faltar el granado y un naranjo.

Otro punto neurálgico del Jueves Santo fue la iglesia de El Salvador. Desde su interior arrancó la Procesión de la Paz. De nuevo la Hermandad de la Flagelación y Gloria participó en la Semana Santa con los pasos del Santísimo Cristo de la Fe y María Santísima de la Esperanza.

Los dos tronos salieron desde El Salvador rodeados de una gran expectación, entre vivas, aplausos y lluvia de pétalos, que lanzaban los vecinos. La Procesión de la Paz pasó por la calle Mare de Déu del Carmen, donde las saeteros dedicaron sus rezos a las imágenes. Después llegó a la Plaça de Baix, donde miles de personas se habían concentrado para seguir el Encuentro por la Paz. Los costaleros de los dos pasos demostraron su buen hacer al ritmo de la música que marcaron las bandas. El encuentro finalizó con la liberación de palomas.

La jornada del Jueves Santo ilicitano fue ganando intensidad por momentos, y así se reflejaba en las calles del centro de la ciudad, donde se contaban las personas por miles.

La Hermandad de María Santísima de la Caridad inició su estación de penitencia desde la parroquia de San Juan Bautista. Esta procesión pasó por varias calles de El Raval mientras se dirigía al centro de la ciudad, al que llegó sobre las 23 horas. La Virgen también fue objeto de las saetas que sonaron con mucho sentimiento en la calle Mare de Déu del Carme, como se lleva haciendo durante casi cuatro décadas.

La solemnidad del Jueves Santo llegó cuando se apagaron las luces del centro de la ciudad, para salida a la Procesión del Silencio. Desde el interior de la basílica de Santa María salía la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia. Antes de él, miles de fieles abrieron el cortejo alumbrando el camino con velas. La cofradía repartió unas 10.000 velas entre los fieles que se dieron cita ayer a las puertas de Santa María.

Participación

En definitiva, Elche vivió ayer un Jueves Santo repleto de fervor a las imágenes, a las que se acompañó de forma multitudinaria, como volvió a quedar patente en la procesión del Cristo de Zalamea, que tenía previsto acabar bien entrada la madrugada.