Una sentida y emotiva alocución para abrazar «ese aroma ilicitano que todos somos capaces de reconocer y que nos augura la llegada de la palma blanca». La vicerrectora de Relaciones Institucionales de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, María Teresa Pérez Vázquez, anunció ayer el final de la Cuaresma desde su condición de pregonera de la Semana Santa ilicitana, «un maravilloso honor que recibo con humildad y con inmensa gratitud» y a la que dio la bienvenida con un discurso cincelado desde su corazón verde y blanco.

María Teresa Pérez Vázquez, quien además de coordinar el programa Fisiocostal por el que estudiantes de del Grado en Fisioterapia de la UMH asesoran y atienden a los costaleros mantiene una estrecha relación con las cofradías y ha sido pregonera de varias hermandades en años anteriores, mostró su más «sincero deseo» de que todos «podamos disfrutar la Semana Santa con intensidad, pasión, respeto y fe». «Aquí estoy, en esta noche de primavera, como una ilicitana más, entre todos vosotros, con todos vosotros, dispuesta a compartir emociones, sentimientos y recuerdos con este pregón que nos convoca a vivir la Semana Santa, anunciándonos su inicio», avanzó María Teresa a modo introductorio de su pregón desde el «inmenso orgullo de ser ilicitana».

«El amor, la honradez, la libertad, la pasión, la nobleza, el perdón, la responsabilidad, la voluntad, la valentía, la dignidad, el diálogo, la generosidad, la gratitud, el respeto, la tolerancia y la humildad. Éstos son los valores que marcan a nuestro pueblo y son también los valores de nuestra Semana Santa», destacó la pregonera, quien pidió a los asistentes al Gran Teatro que se dejen envolver por este tiempo de fe.

«Cerrad los ojos y respirad profundamente, porque ha llegado el momento de empezar a sentir ese olor intenso, tan nuestro, que nos augura la llegada de la Semana Santa. Ese aroma a palma que nuestros artesanos llevan cuidando y trabajando con tanto mimo y esmero desde hace siglos, generación tras generación, y que contribuye a mantener viva nuestra identidad como pueblo. Por eso, siempre la llevo prendida sobre el corazón en los momentos importantes de mi vida y hoy -por ayer- es uno de ellos», relató. «La palma blanca me da fuerza y me transmite serenidad. Dos sensaciones que esta noche necesito», añadió emocionada la pregonera.

Sentidas tradiciones

María Teresa Pérez hizo un recorrido global por las procesiones y celebraciones que transcurren entre el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección, «una semana intensa, muy intensa, repleta de sentimientos y de emociones íntimas que cada Cofradía y cada Hermandad comparte con todos nosotros en sus estaciones de penitencia». Deteniéndose una por una en cada una de las procesiones y sus motivos, la pregonera destacó que el Domingo de Ramos «la ciudad se transforma y se viste de gala para brillar bajo el sol, como hemos venido haciendo desde hace más de 700 años». Tras la solemne procesión, «volveremos a casa y colgaremos las palmas en nuestros balcones para que nos protejan durante todo el año, cumpliendo con otra de nuestras sentidas tradiciones».

La pregonera ensalzó cronológicamente los pasos que esta Semana Santa recorrerán las calles de la ciudad, desgranando su mística y significado antes de que «la muerte» se transforme «en vida». «Es el triunfo de la gloria eterna que nuestro pueblo celebra con la procesión de las Aleluyas en el Domingo de Resurrección». Así, y tras pedir a los asistentes que se cogieran la mano «formando una poderosa corona en la que no haya espinas», María Teresa Pérez despidió el pregón con una devota petición. «Queridos amigos, gritad conmigo: Viva Cristo Resucitado! Visca la Mare de Dèu! Regne l'entusiasme! Al cielo con ellos!