Las abejas han empezado a «dar guerra» con la primavera. Enjambres en pantalones tendidos al sol, sillines de moto, bicicletas, canastas de baloncesto, la sombrilla de una terraza... más allá de los lugares tan insospechados que han elegido los insectos para establecerse provisionalmente, lo cierto es que la provincia asiste a una eclosión de enjambres fuera de lo habitual. Ejemplo de ello es que en tan solo una semana, los efectivos del Consorcio Provincial de Bomberos han realizado más de 50 salidas en el territorio alicantino para retirar enjambres.

Las lluvias de este invierno que han roto con la sequía histórica que azota el Mediterráneo han hecho que la floración emerja con más fuerza, lo que se convierte en un imán para que las abejas salgan de sus colmenas ahora cuando llega el calor. «La colonia interactúa con el exterior a través de la floración. Han empezado a críar y críar hasta que se colapsa la colmena», explica José Gabriel Valero, apicultor de Elche.

Razón por la que estas productoras de miel salen a colonizar nuevos territorios como sistema natural de multiplicarse estas especies. La «temporada» de enjambres suele durar hasta mitad de abril, pero los apicultores señalan que este año se han adelantado los avisos. Desde la Asociación de Jóvenes Agricultores de Alicante (Asaja) estiman que los enjambres se han podido incrementar un 20% este año y señalan que el tiempo de las abejas no ha hecho más que empezar.

Por el momento, apicultores ilicitanos advierten estar teniendo dificultades para tratar de controlar las colmenas y evitar que estallen. «Se han desarrollado brutalmente y se han colapsado de polen y de néctar, por lo que nos está siendo muy complicado pararlas», apuntó Valero.

Casco urbano

Esta irrupción de insectos en el campo ha llevado precisamente, a que el casco urbano también sea un escenario frecuente donde se instalan las abejas provisionalmente. «Un enjambre se produce porque una reina sale de la colmena debido a que las abejas ya no caben u buscan un lugar adecuado. Si las encontramos en sitios extraños es probablemente porque se hayan aposentado temporalmente antes de iniciar el vuelo», apunta María José Mahiques, técnico apícola de Asaja.

Lo curioso de todo es que, según los expertos, es que si los ejemplares no han encontrado huecos aptos para desarrollar las colmenas, en esos lugares que han elegido para hacer una parada momentánea no duran más de 24 horas.

Con todo ello, esas abejas durante estas últimas semanas han llegado a ser retiradas de la bragueta de un pantalón en Elche, una estación de bicicletas, un limpiaparabrisas, una canasta de baloncesto, la luna de una furgoneta, contenedores de basuras, farolas... Las últimas, ayer, del retrovisor de un coche en la calle Doctor Ferrán. Probablemente se habían convertido en una zona de paso para los panales improvisados. Otra parada peculiar también fue detectada hace unos días en una urbanización de El Campello donde los efectivos del Consorcio Provincial tuvieron que actuar por la presencia de unas 2.000 abejas que se habían colocado en el pie de una sombrilla de una terraza de una zona turística.

En la mayoría de casos, según los apicultores, los enjambres provienen de casas viejas y de terrazas o sitios de altura donde los servicios de emergencia no tienen acceso, por lo que finalmente acaban estallando las colmenas y saliendo al exterior en busca de nuevos asentamientos.

Precisamente, esos lugares escogidos no han pasado inadvertidos para muchos vecinos que han terminado dando la voz de alarma a los bomberos para retirar los enjambres. En algunos casos llegando incluso a movilizar a la Policía Local para acordonar la zona durante el momento que dura el dispositivo.

«Inofensivas»

Ante el temor o pánico que muchas veces generan entre la población, los profesionales del sector advierten que las abejas no han de crear una alarma social ni hacer creer que va a ocurrir como en las películas cuando se escucha un zumbido por los aires.

«El 80% de las abejas que salen de las colmenas y van a colonizar un sitio nuevo tienen una corta edad, que no han desarrollado el instinto de defensa todavía», señala Valero.

A ello se suma que los insectos van cargados de miel y, aunque quisieran clavar el aguijón, no pueden, porque según los expertos, no pueden doblar el abdomen.

Esa falta de instinto de territorialidad hace que los insectos más temidos de la primavera no sean considerados enemigos, tal y como recalcan los especialistas.

Es más, los apicultores hablan incluso de la nobleza de las abejas y de la diferencia con las avispas, que sí que son consideradas agresivas. No obstante, en caso de detectar un enjambre en lugares molestos o inoportunos, los apicultores sugieren llamar siempre al 112 para que sean los efectivos de emergencias los que se encarguen de retirar los panales con los protocolos adecuados o de buscar a apicultores disponibles en ese momento y que puedan ocuparse de esos cometidos.

Mientras llegan los especialistas, los expertos de Asaja recomiendan no asustarse al ver un panal y, en caso de localizarlo cerca de casa, aconsejan cerrar la ventana o el balcón. Tras este paso, los apicultores advierten de la importancia de no echar a las abejas insecticidas o ningún pulverizador para intentar deshacer el enjambre, ya que entonces sí que pueden llegar a defenderse de la ofensiva.

Tras ser «cazadas» por los especialistas, los apicultores se ocupan de llevar los enjambres a sus colmenas. También hay proyectos como el de Alicante, donde hay asentamientos provisionales para llevar las abejas, como son jardines y espacios públicos, para que puedan polinizar en las zonas verdes. Todo ello bajo un perímetro de seguridad y antes de partir con más colonias controladas por los apicultores para producir infinitas cantidades de miel.