La Sección Séptima de la Audiencia Provincial, con sede en la Ciudad de la Justicia de Elche, ha archivado el caso del triple parricidio cometido en el barrio de El Pla en 2005 por la defunción del acusado. El autor de los hechos, que fue condenado a 54 años de prisión por matar a su mujer y sus dos hijos, ha fallecido en la prisión donde estaba ingresado, en Mansillas de las Mulás (León).

José María Maciá llevaba en la cárcel desde hace doce años y murió el pasado 21 de enero, tal y como han notificado al órgano judicial. Al recluso le faltaban trece años para cumplir con el tiempo máximo de prisión al que le habían impuesto en su día, que era de 25 años, con lo que el asesino había ya cumplido casi la mitad de la pena.

No en vano, tanto el fiscal como la acusación particular incidieron en la última visita de José María Maciá a los juzgados de Elche, a finales del año 2008, que el condenado no tendría que salir de la cárcel antes de acatar la mitad de la pena efectiva, es decir, de 12 años. De esta forma, el parricida, antes de fallecer, estaba a punto de acumular en la cárcel ese periodo establecido, ya que se encontraba entre rejas desde el mismo día que acabó con la vida de su familia.

Tras su fallecimiento, el organismo judicial ha procedido a la extinción de la acción penal, dictada en la sentencia del año 2008, fecha en la que se celebró la vista oral con un jurado popular. El fallo judicial calificó al parricida de El Pla como «responsable en concepto de autor de tres delitos de asesinato ya definidos, con la concurrencia de la agravante de parentesco como circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal, a la pena, por cada uno de ellos, de 18 años de prisión, con la accesoria de inhabilitación absoluta durante el tiempo de dichas penas de privación de libertad, y al pago de las costas del procedimiento, incluidas las de la acusación particular y las de la acción popular, e indemnizar a los legítimos herederos en la cantidad de 150.000 euros por la muerte de cada uno de ellos».

Asimismo, la citada sentencia estableció que «se adiciona que los tres fallecidos murieron al mismo tiempo y, por tanto, no tiene lugar la trasmisión de derechos sucesorios de unos a otros, que declarándose expresamente la incapacidad del acusado para suceder a su esposa e hijos por causa de indignidad». Ante ello, el tribunal declaró la pérdida de los derechos hereditarios que pudieran corresponder al acusado derivados de la muerte de las tres víctimas.

Historia conmovedora

El triple crimen conmovió a la ciudad en abril de 2005 y desató todo el rechazo de la sociedad ilicitana. José María Maciá tenía 35 años cuando mató en el domicilio familiar a su mujer de 34 y a sus hijos de 6 y 2 años.El número 62 de la calle Pablo Picasso se tiñó de luto al conocer que la mujer y los dos niños habían aparecido muertos en sus camas, con numerosos golpes en la cabeza realizados por un objeto contundente. Se trataba de una maza metálica, que el asesino utilizaba habitualmente para sus tareas laborales.

Según pudo conocerse en su día, el parricida había vuelto a casa de madrugada para coger dinero e irse de juerga. Tras cometer el crimen se marchó a un club de alterne, donde afirmó haber consumido droga. Pese a ello, la sentencia concluyó en su día que Maciá era plenamente consciente y actuó voluntariamente, y, por lo tanto, era plenamente imputable y plenamente responsable de lo que hizo. El fallo expuso, además, que, en ningún momento había quedado acreditado que el parricida sufriera alteraciones mentales.

La declaración en los juzgados en febrero de 2008 fue cuanto menos llamativa. El asesino, que apareció con un aspecto totalmente cambiado respecto a tres años antes, y con una tupida barba, aseguró ante la sala que acabó con su mujer y sus hijos porque «soy un esclavo del pecado. No tenía motivos para matar a mi familia ni he sido nunca un maltratador, tuve las reacciones que trae Satanás: robar, matar y destruir». José María Maciá repitió hasta la saciedad que la cocaína y el alcohol lo habían transformado. Es más, llegó a revelar que «no era yo porque aquella noche pensaba acabar con medio Elche». Las alusiones a Dios y a Satanás estuvieron muy presentes en su declaración.