Cada recién nacido en Elche iba a tener una palmera con su nombre, generando así un vínculo emocional y físico a través de esta planta y, de paso, engrandecer el vergel de la ciudad al aumentar el número de ejemplares de lo que es uno de los símbolos indiscutibles de esta tierra. Para ello, el Gobierno de Alejandro Soler (PSOE) y Ángeles Candela (Compromís) ideó lo que se conoce como Huerto de los Niños y las Niñas, una iniciativa que se sustanció en dos jardines en puntos distintos de la ciudad con cientos de palmeras, pero que, con la llegada del PP en 2011, se abandonó prácticamente por completo. Ahora, cinco años después de que ambas zonas hayan quedado casi en el olvido, el nuevo Ejecutivo tripartito considera que al quedar el proyecto interrumpido, la filosofía con la que nació ya no tiene sentido y que, por tanto, hay que replantearse el uso o destino de ambos espacios. Y, entre otros aspectos, sobre todo para frenar los actos vandálicos o que sigan siendo zonas de depósito de basuras y sede de otros comportamientos incívicos.

El primer Huerto de los Niños y las Niñas se hizo realidad en enero de 2009, con casi 1.300 palmeras y una superficie a ocupar de 20.000 metros cuadrados. Este espacio discurre en paralelo a la calle José Ferrández Cruz. El segundo se inauguraba en diciembre de 2010, con los nombres de los nacidos entre el segundo semestre de 2009 y el primero de 2010. Este último abarca unos 25.000 metros cuadrados cerca del Hospital del Vinalopó y registra casi 2.500 palmeras.

El PP, antes de entrar en el Ejecutivo local, ya denunció que este proyecto suponía un absoluto despilfarro en tiempos de crisis. Los populares incluso hablaron de que solo en el primero de estos jardines ya se invirtieron 900.000 euros, de ahí que, en cuanto accedieron a la Alcaldía en el año 2011, echaron tierra sobre esta herencia.

«Esta iniciativa se interrumpió en 2011 y en cuatro años no hizo nada el PP. El proyecto no ha continuado y, por tanto, ha perdido todo su sentido», reflexionaba ayer el edil de Medio Ambiente, Antonio García.

También estaba previsto que, cuando las palmeras alcanzaran un grado de madurez, éstas se trasplantaran a otros puntos de Elche (en principio, también se iba a comunicar a los padres de los niños), de manera que se contribuyera a ampliar la riqueza cuantitativa de palmeras en el municipio.

En cualquier caso, el tripartito está dándole vueltas a este asunto porque, si bien sabe que es necesario repensar el nuevo uso de estos huertos, todavía es pronto para concretar cuál va a ser su futuro. Lo que sí tienen claro desde la Concejalía es que deben evitar que ambos espacios continúen siendo zonas abandonadas, sin iluminación, donde se dé pie a botellones y a la acumulación de basuras.

Por ejemplo, el huerto de los Niños y las Niñas delimitado por la calle José Ferrández Cruz y un barranco presentaba ayer un aspecto mejorable, aunque no tan malo como el que hace unos meses ofrecía el otro recinto de palmeras de los niños localizado junto al Hospital del Vinalopó.

En la zona de la avenida de Jubalcoy las palmeras están mejor cuidadas, pero no faltaban alcorques rotos o vacíos, incluso un hundimiento de una pequeña zona, nombres de los niños despegados, matojos en algunos sectores, defecaciones de perros y otras basuras.

A los vallados que delimitan el recinto les hace falta una mano de pintura, y los juegos infantiles que se encuentran a la entrada principal del mismo están llenos de pintadas. No obstante, por lo general, la zona continúa siendo atractiva para acercarse a pasear el perro, dar un paseo o hacer deporte.

El edil de Medio Ambiente aclara que, aunque se llame huerto de palmeras, en realidad son jardines y que no forman parte del Palmeral Patrimonio de la Humanidad. Con esto no quiere decir que se le vaya a dar menos importancia a estos espacios, pero que en realidad son espacios verdes que se pueden reordenar de otro modo.

El huerto de los Niños y Niñas que linda con el Hospital del Vinalopó sí presentaba, sobre todo en verano, un estado más lamentable, con mucha más basura, sofás, restos de botellones y falta de mantenimiento.

En ambos casos son espacios que deberían servir, en parte, para admirar y disfrutar de la naturaleza, pero que se han terminado por convertir un poco en un lastre para el Ayuntamiento, por cuanto su acicalamiento precisa de importantes medios humanos; y también en unos lugares abiertos con muchas posibilidades, pero que en los que cabe afinar muy bien su destino futuro para que no vuelvan a convertirse en fruto de la desidia.