El vandalismo ha llegado hasta el templo del patrón de los zapateros. Vecinos del barrio de Carrús han pedido más vigilancia en los alrededores de la ermita de San Crispín después de que ayer amaneciera con pintadas. La fachada del inmueble religioso ha quedado manchada por varias marcas de colores con distintas iniciales y fechas.

La gamberrada, que fue denunciada ayer por la Asociación de Amigos de San Crispín, se produce después de que, hace varios años, el edificio religioso también se viera dañado por pintadas. Ante ello, vecinos de este enclave de la ciudad reivindican un mayor control por parte de la Policía Local para frenar actos vandálicos como el que ocurrió ayer.

De hecho, desde el colectivo festero, que organiza las fiestas del Santo, mostró su preocupación por la habitual presencia de jóvenes en los alrededores de la ermita. El tiempo de recreo de los institutos es el momento en el que los estudiantes suelen acudir a esta zona a pasar el rato, lo que, según la asociación, genera a veces problemas de suciedad en el entorno del templo religioso. Algo que lamentan los integrantes de la agrupación, quienes aseguran que son ellos los que se encargan del mantenimiento de las instalaciones.

No en vano, desde la Concejalía de Limpieza, el edil, Héctor Díez, señaló ayer que Urbaser tiene previsto acudir esta mañana a limpiar la ermita.

La edificación presenta pintadas en los dos laterales de la fachada, en una de las puertas y en la parte trasera. Desde la Asociación de Amigos de San Crispín valoraron ayer en 1.000 euros pintar los exteriores del templo.

En este contexto, el Ayuntamiento dispone de un equipo específico para limpiar las machas de grafitis en los edificios, así como en la calzada y el mobiliario urbano. Esta brigada elimina unas 3.000 pintadas al año con material específico para poder borrar las señales que han dejado las gamberradas. El coste que este servicio supone para las arcas municipales es de más de 133.000 euros al año.