En un momento en el que el sistema educativo público está cuestionado, por la incapacidad que han demostrado los representantes políticos para consensuar un modelo que contente a todos y que sea capaz de formar a los ciudadanos adaptándose a la evolución de la sociedad, en Elche acaba de nacer un ejemplo de consenso que no busca otra cosa que mejorar la educación que se imparte a las nuevas generaciones. El ejemplo llega del Camp d'Elx, donde los colegios públicos acaban de formalizar la creación de la Asociación Escoles del Camp d'Elx.
Y es que la educación también está marcada por el entorno en el que se imparte, en este caso las partidas rurales ilicitanas. En núcleos urbanos más grandes, y otros prácticamente inexistentes, abren las puertas cada día laborable once colegios y dos institutos públicos en los que se apuesta por un modelo de enseñanza que pone en valor el enclave en el que se vive. En el campo ilicitano estudian 4.136 alumnos.
No obstante, en este marco también hay dificultades, las que van aparejadas a la falta de infraestructuras adecuadas para desarrollar la actividad docente. Deficiencias que se combaten con proyectos innovadores, comos los que luchan contra el acoso escolar, o el que va a poner en valor la música tradicional de Siria, con un componente claramente humanitario.
Y todo esto en centros que aún hoy están en continua crecimiento, como es el caso del colegio La Galia, que debido al aumento de la demanda de los últimos años ha visto como alumnos de distinto nivel ya no tienen que compartir aula, aunque esto haya supuesto la instalación de un aula prefabricada o la eliminación de espacios comunes hasta que la Conselleria de Educación acometa la ampliación del colegio, con la creación de un parvulario.
Un problema que arrastra desde hace más de una década el colegio La Paz de Torrellano, con cinco clases ubicadas en barracones, o el colegio La Baia, que está el primero de Elche en la lista de prioridades de la Conselleria de Educación.
Los problemas de otros colegios son menores, como el de La Vallverda que echa en falta una biblioteca. El Rodolfo Tomás Samper de El Altet que renunció a sus instalaciones deportivas para acabar con los barracones y los niños tienen que hacer deporte en las instalaciones municipales, fuera del colegio.
Los padres son los más críticos a la hora de valorar las necesidades. Desde el Ampa de La Paz de Torrellano recuerdan que llevan muchos años denunciando la situación del colegio. Lo mismo dicen en Las Bayas, o en el colegio Antonio Machado de Torrellano que sufre el ruido de los aviones, por la cercanía del Aeropuerto Alicante-Elche.
Más disgustados están los padres del IES Torrellano, por las deficiencias que han aparecido en la fachada del instituto que es de reciente creación, donde se han registrado desprendimientos.
Necesidades que contrastan con las iniciativas que siguen surgiendo cada curso para mejorar la educación que se imparte en el campo. Prueba de ello es la iniciativa de los once colegios de volver a presentar a la Unión Europea un programa Eramus K2 para luchar contra el acoso escolar en las aulas. Con este proyecto los colegios quieren trabajar con otros de Finlandia, Portugal, Suecia y República Checa en la creación de herramientas como un videojuego, una plataforma en internet y actividades de formación y talleres contra el bullyng.
Contra el acoso escolar también se trabaja desde hace años en el IES La Foia donde nació el proyecto Tutoría Entre Iguales (TEI) que hoy en día se aplica en otros institutos de la ciudad, y que también se ha trasladado a colegios.
Un nuevo proyecto que pronto verá la luz es el que abordará la música siria, en el que los once colegios del Camp d'Elx quieren implicar a otros países para ayudar a los refugiados sirios.
Este tipo de iniciativas se suman a otras que se llevan desarrollando desde hace varias décadas, como es el proyecto educativo del Museo Escolar de Pusol, donde está integrado el colegio de esta pedanía, que nació en el año 1969 como una actividad ligada al proyecto pedagógico «La Escuela y su Medio», y que actualmente está reconocido por la UNESCO en el Registro de Buenas Prácticas de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.
