Hay canales de Youtube con millones de seguidores en los que te enseñan a «hackear» el móvil de tu novia para saber donde está y revisar sus redes sociales. Se puede aprender a ligar con las técnicas más machistas, y es posible reírse con chistes que dan las claves para componer «reggaeton» con referencias a violaciones. Ese cuestionable sentido del humor «es apología de la violencia de género», y de ello se están nutriendo los jóvenes desde su infancia. La socióloga experta en violencia de género en adolescentes Carmen Ruiz dio un toque ayer a las familias para que revisen los contenidos que consumen niños y jóvenes.

«Tenemos una ley de violencia de género que combate solo un tipo, pero no se quiere llegar a ver la relación que hay entre este tipo de violencia de los "youtubers", que bromean con llamar a una prostituta para ver si se quiere acostar contigo y con tu abuelo, y el número de asesinatos que llevamos», señala la experta, que considera que «ya está bien de bromas, de "memes" que nos dicen que son humor pero que nos denigran a las mujeres y que no se pueden permitir».

La socióloga expone que cuando se trabaja con las familias y se les pregunta por el nivel de consumo que sus hijos tienen de estos contenidos, reconocen los nombres de algunos ídolos de adolescentes pero nunca han visto sus vídeos. «No saben lo que están viendo los niños», denuncia, añadiendo que «ya está bien de "Hombres, mujeres y viceversa" y de "La que se avecina"».

La experta participó ayer con la conferencia inaugural en las II Jornadas Municipales Contra la Violencia de Género, presentando los resultados de sus investigaciones y su experiencia directa con chicas que han sido víctimas de violencia de género y con chicos que han cometido maltrato. Sus observaciones son desalentadoras, porque cuenta que «estos chicos no se arrepienten de nada: los que tienen una postura machista te dicen que la culpable es ella, que no se hubiera puesto el vestido que yo le dije que no se pusiera» o que responden que «yo sé que está mal pegarle a una chica, pero es que iba de chula». Algunas de las adolescentes entrevistadas por la socióloga reconocen cómo al principio plantaban cara a su pareja y luego se fueron achicando:«Una chica de esas que se come el mundo me contaba que si él la insultaba, ella también; si él le ponía los cuernos, ella más... Pero llegó un momento en que se dio cuenta de que cada vez se iba haciendo más pequeña».

No se trata de perfiles sociales bajos y de familias desestructuradas. De hecho, más allá de los referentes domésticos, hay familias igualitarias cuyas hijas acaban en una de estas situaciones. La importancia de denunciar, aseguró la experta, es que «no tenemos datos e información, y ese chico se lo hará a otra». De ahí que reclamara la colaboración de los juzgados de Menores, que no reduzcan estos casos a la altura de los delitos leves, porque hurtan información a los servicios de atención social.

En todo este contexto, trabajar para que las chicas no se conviertan en víctimas es una cosa, pero lo que toca hacer es trabajar para que los chicos no se conviertan en maltratadores: «No tenemos que hablar de qué problemas tenemos las mujeres, sino de los problemas que tienen los hombres machistas que agreden». Para ello, la educación es el único camino: «Yo introduciría la educación en valores y en igualdad desde Infantil, de forma transversal, porque la única herramienta que tenemos para luchar contra la violencia machista es la revisión de la educación, la socialización en las familias, el análisis crítico de los medios de comunicación».

Presupuesto

La edil de Igualdad, Tere Maciá, coincidió con la experta en que los recortes económicos en esta materia han dado al traste con avances que habían llevado a España a ser un referente en igualdad en 2008. La concejala afirmó que «cuando llegamos al gobierno (de Elche, en 2015) la concejalía tenía un presupuesto de 5.000 euros, y lo incrementamos a 70.000 euros».