Con 22 meses, a Edel le aparecieron hace unos días unos pequeños granitos alrededor de la boca, que más tarde acabaron por extenderse por casi todo su cuerpo. Su madre, Isabel Bonet, que a la vez, es profesora de Primaria de un colegio de Elche, pensó en un primer momento que se trataba de varicela y acudió al pediatra de su centro de salud para conocer la dolencia de su pequeña. Allí le confirmaron que la niña había cogido el virus boca-mano-pie. Sin embargo, cuando regresó a casa, la infección fue más allá de las comisuras de los labios. «Le salió por la espalda, la barriga, los pies, las manos, la lengua y la garganta», comenta la madre de la pequeña.

Ante ello, Isabel decidió ir de urgencia al Hospital General, donde los médicos le señalaron que había sufrido un brote más fuerte de lo normal.

« Mi hija tenía ampollas con pus en su interior, que le duraron dos días y que después comenzaron a secarse y las heridas desaparecieron a los diez días», explica Bonet. La pequeña también tuvo fiebre, que coincidió con la erupción cutánea, y que desapareció con los analgésicos. «Le costó más tiempo de lo normal superarlo porque estaba más débil, al no querer comer porque le dolía la garganta al tragar», señala. Con el paso de los días, la niña consiguió mejorar y, en su caso no ha contagiado a nadie, pese a tener un hermano de 3 años. a. f.