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Jesús Zomeño: «En los ochenta la gente trataba de salvarse a sí misma»

El escritor presenta Querido miedo, un libro en el que habla "sobre esa generación que se dio cuenta de que tenía derecho a ser feliz"

Jesús Zomeño, con su último libro de relatos. antonio amorós

El escritor, ilicitano de adopción, Jesús Zomeño tuvo que desplazarse hace unos años a casa de su padre a cuidarlo. Allí, en el hogar donde pasó gran parte de su juventud, encontró en un cajón una carpeta repleta de relatos que escribió con poco más de 20 años, durante la década de los ochenta. Zomeño, abogado de profesión y escritor de corazón de prosa y poesía, ha decidido recuperar todos esos textos filtrados por su madurez y recogerlos en el libro «Querido miedo», que presentó ayer en la librería Ali i Truc de Elche.

¿Por qué cree que hay tanta devoción por los años ochenta?

Mucha gente que ahora escribe, o que se mueve en otro campo del arte, y tiene como yo alrededor de 50, vivió esa década cuando era joven. No creo que haya tanta nostalgia por los ochenta en sí. Más bien por nuestra propia juventud. No obstante, es obvio que fue una época en la que había mucha frescura y falta de pudor a nivel creativo. Loquillo en un artículo explicaba muy bien una anécdota de cuando fue a los cines Roxy de Barcelona a ver «American Graffiti». Al salir de la sala se dio cuenta de que, tras años en los que muchos habían luchado por salvar el mundo a nivel político y social, una gran parte de la juventud lo que quería ahora era salvarse a sí misma. Y yo estoy con él. Había individualismo, pero desde el punto de vista de que la gente se había dado cuenta de que al fin podía ser feliz.

¿Qué cuenta, o mejor dicho, qué contaba en esas historias?

En definitiva, son relatos de un chico de 20 años. Historias ingenuas que hablan de amor y de todos esos pensamientos que transcurren por tu cabeza cuando eres adolescente. De vivencias personales. De mi instituto y de las motocicletas que solo estaban a disposición de algunos bolsillos. Les apliqué nostalgia e ironía, y quizá manché alguno de ellos con amargura, pero nunca con resentimiento.

¿Incluye referencias a iconos que marcaron aquellos años?

El libro arranca con un relato de ficción que escribí el día que murió Eduardo Benavente, líder del grupo de punk Parálisis Permanente. Habla sobre una tarde de sábado de tres amigos, en el que la imprudencia juvenil les lleva a robar un coche, ir a comprar marihuana y deambular por territorios urbanos poco recomendables. Cuando acaba la noche, los personajes, por diferentes circunstancias, se despiden en cierta manera para siempre. De hecho, hay alusiones al presente en el que ni siquiera se saludan. Es como su paso de la juventud a la madurez. Este capítulo acaba con el siguiente párrafo: «Llovió otra vez cerca de las once y al poco nos marchamos a casa, cansados. Nosotros no tuvimos nada que ver con la muerte de Eduardo Benavente, nosotros nunca fuimos héroes».

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