El vandalismo no cesa en Elche y la fijación por las «Marías» del Misteri parece ser ya incansable. La última «gracia» fue ayer y podrá costar a la ciudad unos 400 euros. La corona de la escultura principal situada entre la Calahorra y la basílica de Santa María ha vuelto a aparecer dañada, después de que hace tan solo diez meses fuera restaurada, también por un asalto. Y es que, precisamente por estas mismas fechas del año pasado, la obra dedicada al drama asuncionista perdía su diadema y poco después pudo ser recuperada por la Policía, tras encontrarla tirada en un parque.

Sin embargo, este episodio no es nuevo en Elche. El conjunto escultórico ya había sufrido anteriormente daños desde que se inauguró en 2012, con coste para las arcas municipales. Y es que soldar la pieza supuso la última vez 400 euros, aunque otras mercantiles habían llegado a presupuestar al Ayuntamiento hasta 1.600 euros por el arreglo.

Desde el equipo de gobierno, hicieron ayer un llamamiento al civismo. La edil de Cultura, Patricia Macià, lamentó que «es intolerable que haya unos pocos que se dedican a dañar el patrimonio artístico y el mobiliario urbano sin razón alguna. Queremos recordar a estos vándalos, que afortunadamente son pocos, que los desperfectos que causan los pagan todos los ilicitanos con un dinero que se podría destinar a mejorar otros servicios».

Con ello, desde la Concejalía de Cultura ya se han iniciado los trámites para reparar la corona de la Virgen. Precisamente, este grupo escultórico forma parte de una de las obras más singulares de Elche, que rinde homenaje al Misteri, Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. El conjunto de las tres figuras, que cuenta con María Iacobe y María Salomé, superan un peso de 500 kilos y su artista tardó un año completo en confeccionar las tres piezas.

Una tras otra

La última gamberrada se suma a una larga lista de actos vandálicos que arrastra la ciudad. Sin ir más lejos, a principios de este mismo mes, la escultura de Sixto Marco, situada en la plaza de San Juan, y la escultura de «L'Espardenyer» de la plaza del Raval sufrieron varias pintadas. Varias manchas verdes provocaron que los trabajadores de Urbaser se tuvieran que emplear a fondo para devolver, de nuevo, a su estado original, las dos piezas del patrimonio ilicitano.

Más allá de las obras artísticas, el vandalismo tampoco deja de estar presente en los parques y jardines de la ciudad. Un buen ejemplo es el huerto de palmeras de los Niños y las Niñas, próximo al Hospital del Vinalopó. Allí, fin de semana tras fin de semana, se repite la misma historia. Los bancos aparecen destrozados, los parterres de las palmeras quebrados, las papeleras hundidas y los juegos infantiles pintados.

Otro enclave de Elche que también ha sucumbido a la falta de civismo es el Hort del Gat, sede de la antigua Estación Phoenix. Allí, las esculturas, las fuentes y el mobiliario urbano se degradan a marchas forzadas por los continuos actos vandálicos. Este espacio verde abierto las 24 horas del día, que forma parte de la Ruta del Palmeral, también es objeto de una diversión descontrolada y con efectos en el bolsillo de los ilicitanos.