Como suele decirse en la jerga estudiantil, a la Universidad Miguel Hernández (UMH) «le ha pillado un poco el toro» en lo que se refiere a la conclusión de sus trabajos de urbanización en el campus ilicitano de cara el inicio del curso. El objetivo, tanto de la contrata que tiene adjudicado este proyecto como del Vicerrectorado de Infraestructuras, era concluir estas obras a finales de este mes, y que ayer ya no quedaran máquinas trabajando en el entorno del campus. Pero finalmente no ha podido ser así.

Según reseñó a este diario el vicerrector de Infraestructuras, Juan José Ruiz, la constructora ha solicitado una prórroga del plazo de dos o tres semanas debido a una serie de imprevistos técnicos que, al parecer, le han surgido a última hora. «No es grave. Simplemente, al excavar, se han encontrado con elementos urbanísticos que no aparecían en el mapa, lo cual ha complicado el plan. No obstante, esperamos que esa demora no se prolongue más de la cuenta. De hecho, vamos a intentar que en vez de tres semanas más, sean solo dos», argumentó Juan José Ruiz.

Estas obras se basan en la consolidación de la urbanización y creación de viales en el entorno de los edificios de Altabix, Torrevaillo y Torregaitán, que entre otras cosas conectarán estos bloques con las zonas de aparcamiento del campus ilicitano. Además, se tendrán en cuenta una serie de mejoras en materia de movilidad que requería la comunidad universitaria. Los trabajos se presupuestaron con un millón de euros y siguen la línea de otros dos proyectos de similares características que se han ejecutado en el campus de Elche.

La constructora, durante los meses estivales, aseguró que estaba realizando un especial esfuerzo para adelantar la fase de pavimentación, con el fin de que en estas fechas ya solo se estuviera plantando la vegetación que decorará toda esta área reurbanizada. El vicerrector espera que en dos semanas se pueda iniciar dicha fase del proyecto y que a mediados de octubre esté todo finiquitado.

Algunos estudiantes, que regresaban ayer a clase y que estudian en el edificio de Altabix -que es el que concentra el mayor número de aulas-, se quejaban del laberinto de verjas que tenían que atravesar para poder introducirse en el edificio. «Solo espero que no volvamos a padecer este año las obras, ya que en la biblioteca el curso pasado no te podías ni concentrar con tanto ruido de máquinas», afirmaba ayer un alumno de Ciencias Ambientales.

No es la primera vez que surgen complicaciones en estos trabajos. El vicerrector de Infraestructuras recordó la larga paralización que sufrieron «ya que al comenzar la obra se detectó que con la actividad de las máquinas se estaban moviendo placas interiores de Altabix, y hubo que frenarlo todo y afianzarlas una a una», dijo.