Hablar de Semana Santa y Elche, es hablar del Domingo de Ramos, su jornada declarada de Interés Turístico Internacional. Las calles de la ciudad se convierten en un río de gente, donde prima el color blanco amarillento de las palmas. Auténticas joyas del Palmeral ilicitano, que talleres artesanos elaboran desde el otoño, con mucho mimo y esmero.

«Este año tenemos que darnos más prisa», explica Paqui Serrano, mientras con sus manos empieza a rizar, nada más y nada menos, que la palma que el Ayuntamiento de Elche regalará a la Reina doña Letizia. La artesana añade que «empezamos a trabajar con la palma blanca en el mes de noviembre, pero es en estas semanas cuando se amontona el trabajo, y más este año, que se adelanta por el calendario lunar».

La madre de Paqui, Filomena Agulló, lleva más de 60 años haciendo ramos, pero confiesa que «siempre se hace algún detalle nuevo, preparamos decoraciones de todo tipo». De su taller, ubicado en pleno centro de Elche, saldrán este año 5.000 palmas lisas y rizadas, y de todos los tamaños, desde las más pequeñas, de solapa, hasta las de varios metros de altura.

La actividad también es muy intensa durante estas jornadas en el taller de Felipe Navarro, un palmerero de 74 años, que pertenece a una familia que lleva más de 150 trabajando la palma blanca del Domingo de Ramos. Felipe Navarro destaca que «esto es una tradición familiar, que se hereda de padres a hijos, así que llevo toda la vida dedicado a la palma, aprendí con mis padres y abuelos, y ahora siguen mis hijos».

El palmerero confiesa que la crisis también ha afectado al sector, y recuerda: «Antes llevábamos miles de palmas a mercados de Valencia o Barcelona, y se vendía todo, mientras que ahora la gente compra piezas más pequeñas, que cuestan entre uno y cuatro euros».

Y es que durante los últimos años se ha incrementado la venta de palmas de solapa, mientras que las grandes, lisas o rizadas, se compran menos, sólo en casos especiales. «La gente suele comprar palmas de tamaño pequeño o mediano para ellos, y sólo compra grandes cuando son para hacer un regalo especial», confiesa una artesana del gremio

Desde Elche se envía palma blanca a un sinfín de localidades del territorio nacional. Desde ciudades más cercanas, de Valencia, Murcia o Albacete, hasta, por ejemplo, Madrid, Barcelona, Málaga, Palma de Mallorca o Valladolid.

Además, la palma blanca ilicitana también cruza las fronteras, por lo que es habitual verla en Italia, Portugal y, cómo no, en el Vaticano, donde ocupa un lugar privilegiado en la celebración del Domingo de Ramos junto al Papa Francisco.

El proceso para conseguir que la palma crezca totalmente blanca amarillenta es completamente tradicional. El trabajo empieza con el atado de las palmas, que se suele empezar a hacer en el mes de diciembre, y consiste en agrupar las palmas exteriores en torno al ojo de la palmera en forma de cono dejando la parte de arriba abierta utilizando cuerdas artesanales.

El segundo paso es el encaperuzado, a partir del Domingo de Ramos, y con él se coloca una envoltura exterior en forma de cono en la parte de arriba de la palmera dejada abierta en el atado. Este paso es fundamental para que las palmas nacidas con cierta altura no se verdeen.

En septiembre, y hasta Domingo de Ramos, se recolecta la palma, que tras pasar por el proceso de lavado y cepillado, está lista para ser trabajada por los artesanos.